REFLEXIONES A FONDO PERDIDO

Cumbres de la inseguridad

Cumbres de la inseguridad

Demetrio Reynolds.- En estos años turbulentos que corren, la delincuencia es un peligro que acecha a cada instante. ¿Qué hace el gobierno? Aparentemente muchas cosas: Cumbres, motorizados, aparatos, más personal y dinero. Pero lejos de disminuir, se había incrementado el mal. Las cifras estadísticas así lo reflejan. La realidad desmiente a la apariencia; la verdad a la mentira. Está claro que más vale referirse a resultados que despacharse con un discurso.
¿En qué rango de prioridad estará el tema? Desde el plano de la realidad, la respuesta es obvia. Si el gobierno compartiera la preocupación ciudadana, reorientaría sus acciones sin discursos proselitistas, sin arrogancias mesiánicas ni palos de ciego contra fantasmas. El desafío tiene características y consecuencias concretas. A la vuelta de la esquina alguien sufre el ataque de la delincuencia. Se crispan los nervios de impotencia y se deplora la ausencia de la fuerza pública. Este es el origen de la llamada “justicia” por mano propia.
La referencia a la Policía es inevitable. Hay cierta relación entre la precariedad institucional y la ineficacia de la lucha contra la delincuencia. En ningún rubro se trata sólo de cantidad. Un policía de buen nivel profesional, con un salario equivalente a su responsabilidad, es sin duda más efectivo que un centenar sin esas condiciones. Los pertrechos materiales y otros recursos tecnológicos no son nada o son poco si la eficacia del elemento humano no acompaña. Es decir, hay que combatir el mal en sus raíces y no sólo en sus efectos.
Por el interés político inmediato se ensayan respuestas coyunturales, pero sin líneas maestras a seguir en la perspectiva de largo plazo. En el contexto global, varios indicadores se mantienen: ha cesado el éxodo masivo a España, pero continúa la migración de jóvenes hacia otros países. Debido el desempleo, Bolivia es el dichoso país donde no se aprovecha el recurso que más atesoran las naciones. Y lo que queda fronteras adentro es también desolador: según una encuesta conocida, el 75% de la delincuencia juvenil proviene de hogares cuyos padres salieron del país en busca de trabajo.
¡Cuatro cumbres ya! La serie va en línea paralela con el incremento del mal que motiva supuestamente su realización. Gobernadores y alcaldes sólo pudieron invertir el 11.5% de los recursos destinados a la seguridad, lo cual prueba que no todo se hace con dinero. Pero según el ministro de Gobierno “se cumplieron los objetivos que nos habíamos trazado”. Ni se mencionó el problema de la politiquería. ¿Cómo erradicar la anarquía en los municipios por la disputa de poder? Debería ser tema prioritario en las “cumbres”. Existía antes una norma que prohibía la actividad partidaria durante el desempeño de la función pública. El Estado Plurinacional, ¿tendría la audacia de reimplantarla?