Farra, violencia, muerte

Farra, violencia, muerte

Lupe Cajías.- La primera pregunta debería ser: ¿quién paga las farras en las entidades públicas? ¿Son sólo “celebraciones” por Navidad, Año Nuevo, año nuevo aymara, aniversarios? Cuando existía la administración institucionalizada se compartían salteñas o un vino de honor o máximo un “platito”, sin bebidas alcohólicas. Los festejos más largos se contrataban en ambientes ajenos a la entidad y en general cada funcionario daba una cuota; si algún grupo continuaba fuera del horario establecido, era su asunto particular.
Por primera vez en nuestra historia conocemos, debo añadir azorados, noticias sobre borracheras, acciones violentas, abusos sexuales y ahora la muerte de una mujer dentro de oficinas públicas. Probablemente, la tibia reacción frente a la violación colectiva a una muchacha en pleno hemiciclo de la Asamblea Legislativa Departamental de Chuquisaca abrió un cauce que continúa.
Al no existir sanciones contra las ebriedades de senadores protagonistas de accidentes, diputados, concejales, y sigue un largo etcétera, se alienta la equivocada idea de que sus borracheras son parte de la nueva política y cualquier crítica es neo liberal.
En la calle, hace pocas semanas los actos políticos del Movimiento Al Socialismo culminaron con farras (¿quién las financia?) y sus consecuencias lamentables de discusiones, peleas y basuras- incluyendo las devoluciones corporales- que revelan descomposición social.
También hay una exageración en las fiestas patronales y en la toma de calles que se traducen cotidianamente en perjuicio al ciudadano y en accidentes. El caso de la cisterna y los bailarines en la carretera al Desaguadero no es casual en medio de este estropicio. Los “folkloristas” y congresistas quieren culpar de racismo y discriminación a quienes quieren poner un poco de orden en ese desborde; así estamos.
La muerte y posible violación de una joven enfermera, después de una “celebración” en pleno Estado Mayor, revela que este tono descontrolado alcanza también a los militares. El pretexto, el 38 aniversario, víspera del flamante año nuevo aymara amazónico; hubo fiesta, conjuntos musicales, alcohol. “Patria o muerte, beberemos”, como escribí otra vez.
Las contradictorias declaraciones, la lentitud para completar las investigaciones, el amparo colegiado al sospechoso de otra muerte, llenarán los titulares unos días más. Después, me temo, un manto de olvido; un “estamos investigando” enterrará la nota hasta que otra farra con muerte aumente las estadísticas.