Una monumental confusión

Una monumental confusión

Carlos D. Mesa Gisbert.- El desconcierto es total. Asistimos a una mezcla de razón de Estado, miedo, debilidad y paranoia…Estamos en el umbral de un escenario internacional cargado de incertidumbres en el que todos o casi todos los poderosos, no atinan a otra cosa que a dar palos de ciego.
El reciente vendaval político lo desató la decisión de los gobiernos de Francia, Italia y Portugal de impedir el vuelo del avión presidencial de Evo Morales sobre su espacio aéreo, sumado a la insólita intención directa o indirecta de un diplomático español y algunos funcionarios que querían ver el interior del avión una vez posado de emergencia en suelo vienés.
La Francia de De Gaulle, la de la “grandeur” de la Quinta República, actuando como un país de opereta. Italia y Portugal, miembros destacados de la UE, secundando una acción digna de estados autoritarios y desinstitucionalizados. ¿Qué está ocurriendo? ¿Está Europa tan atrapada en sus miedos y en sus dependencias que reacciona irreflexivamente, pasando por alto su tradición y los valores que pretende representar?
Irónicamente, los europeos respondieron indignados ante el espionaje indiscriminado que les hace Estados Unidos, para quien en este tema no hay amigos ni enemigos, sino una particular lógica esculpida en la conciencia de su propio poder. Las leyes valen sólo dentro del territorio de la Unión. Sus agencias de seguridad pueden, fuera de su territorio, hacer literalmente cualquier cosa. Pero esos mismos europeos fueron lo que impidieron el paso del Presidente Morales basados en la presunción de que Edward Snowden podría encontrarse en la nave boliviana. Conclusiones europeas: Snowden, quien ha hecho público que Estados Unidos los espía, es en realidad culpable de alta traición a la patria. La seguridad de Estados Unidos y la suya propia está por encima de los principios de respeto a la soberanía de los estados. El Presidente Morales está en una categoría distinta a la de los mandatarios a los que por razón alguna se les hubiese vedado el paso por sus territorios.
Francia, Italia, Portugal e incluso España, presumieron que Snowden estaba en el avión presidencial boliviano y con tal presunción pasaron por alto tratados internacionales, respeto a la investidura de un Jefe de Estado y una larga relación diplomática de países amigos con Bolivia.
Estados Unidos por su parte dijo que nada tenía que ver en tal decisión. ¿El gobierno de Holland, el de Letta y el de Passos Coelho actuaron de motu proprio porque están asustados? ¿Porque la seguridad es una sombra que les ciega la mirada? ¿Por qué la estructura militar-OTAN tiene margen de juego autónomo de su poder político? Decisión que, por supuesto, es contradictoria en si misma dado que a Snowden –que al hacerlo comete un delito en su país– está donde está en nombre de los principios del respeto al derecho internacional vulnerados por la primera potencia del mundo. ¿O es que los tres gobernantes piensan en lo íntimo que ese espionaje desbocado es un camino para frenar el terrorismo? ¿Lo es realmente?
Nadie puede responder nada con claridad. Snowden es la expresión sintomática de un virus letal que coloca en la superficie una crisis de una profundidad dramática. Occidente navega sin rumbo en medio de una tormenta que está desquiciando los goznes de su edificio. La democracia, los derechos humanos, los valores esenciales, se resquebrajan en medio de la confusión. Una monumental confusión que atora mentes y cuerpos. La verdad es que los líderes de Occidente están perdidos en su propio laberinto. A su vez Estados Unidos está preso de sus pesadillas y ve impotente como la red de su poder es el gran agujero de su debilidad. La tecnología que les permite entrar a las casas de cualquier mortal en cualquier parte del planeta es la misma que ha dado lugar a Wikileaks, y que le permite a Snowden –animado por las razones morales o políticas que sean– poner en evidencia una trama de la que nadie parece poder salir.
El norte está perdido. El episodio inaceptable y vergonzoso que se cirnió sobre el Presidente de Bolivia marca una pauta. La Realpolitik –que diría von Rochau– se coloca por encima del rosario retórico de los valores universales que fueron los firmes pilares de Occidente después de la Segunda Guerra Mundial.
Por añadidura, el vuelo prohibido ha desatado una crisis en las relaciones de Europa con América Latina, lo que refuerza a los críticos de una determinada visión de mundo y permite afianzar los prejuicios de sectores de la región históricamente antagónicos a Estados Unidos y Europa
Un apunte de política local. Si el Presidente Morales y su gobierno quieren ser coherentes hoy, es simplemente aberrante que mantengan retenido al Senador Roger Pinto en la embajada de Brasil en La Paz. Ese país le concedió asilo ¿No es el asilo una institución sagrada en un mundo democrático y libre?