El tenista escocés Andy Murray le dio a Gran Bretaña el título de Wimbledon ayer, en la final que consiguió sobre el serbio Novak Djokovic.
El tenista escocés Andy Murray le dio a Gran Bretaña el título de Wimbledon ayer, en la final que consiguió sobre el serbio Novak Djokovic.

TENIS Murray gana ante Djokovic el primer Wimbledon para un británico en 77 años

Acaba con la sequía

Acaba con la sequía

Londres / EFE

El británico Andy Murray dejó ayer el trofeo de Wimbledon en casa por primera vez en 77 años al derrotar en la final al número uno del mundo, el serbio Novak Djokovic, que claudicó ante el héroe local en Londres en tres horas y nueve minutos, por 6-4, 7-5 y 6-4.
En la pista central del All England Club, con el primer ministro David Cameron puesto en pie al concluir el partido, Murray conquistó su segundo trofeo de Grand Slam (ganó el último Abierto de Estados Unidos) y grabó su nombre como heredero del legendario Fred Perry, el último británico que había ganado Wimbledon, en 1936.
La final de ayer ponía a prueba una vez más el tradicional miedo escénico que acosa al segundo tenista del mundo ante su público, que le anima hasta la extenuación pero que, al mismo tiempo, añade sobre él una presión que en ocasiones no supo manejar.
El escocés recibía en Londres, el que puede considerar su feudo, a un tenista en el cenit de su carrera, que luchaba por llevarse su sexto Grand Slam (el segundo este año, después de Australia), pero que llegaba al límite de sus fuerzas tras luchar casi cinco horas con el argentino Juan Martín del Potro en semifinales.
El primer punto del partido, bajo el intenso sol que cayó al suroeste de Londres, fue toda una declaración de intenciones por parte de Murray, que ya no es aquel tenista inseguro que perdió tres semifinales consecutivas antes de clasificarse para su primera final de Wimbledon, hace un año (perdió ante el suizo Roger Federer).
Transformado, convertido en un ganador después de años en el papel de víctima, Murray aguantó con solidez los primeros intercambios con el serbio, que pasó más apuros de los previstos para defender su saque en el arranque del juego.
El serbio fallaba demasiados primeros servicios como para poner en aprietos a su rival al resto, y acabó el segundo parcial desquiciado tras ver cómo Murray le remontaba un 1-4 en contra.
Murray, que ya derrotó al serbio en la final de Estados Unidos del 2012 y que va camino de convertirse en su bestia negra, se puso con dos sets de ventaja y a partir de ahí volvió a perder pie, como ya le había ocurrido en el segundo parcial.
El escocés veía la gesta a poca distancia y quizás por eso se mostraba demasiado precavido. Tenía miedo de dirigir los tiros a la línea y apuntaba unos palmos más adentro, donde era más difícil fallar, pero también donde Djokovic tenía mayores opciones de devolverle los tiros.
El serbio, sin embargo, tampoco estaba fino y acumuló casi 40 errores no forzados a las tres horas de partido, una estadística que dejó a Murray paso libre para consagrarse definitivamente como uno de los mejores tenistas británicos de la historia.