EDITORIAL

Buenas relaciones con el Banco Mundial

Buenas relaciones con el Banco Mundial

Las relaciones armoniosas con organismos internacionales, más aún si se plasman en proyectos productivos exitosos, son sin duda una buena noticia

La visita que durante las últimas horas hizo a nuestro país el presidente del Banco Mundial (BM), Jim Yong Kim, pero sobre todo el tono amistoso de los discursos con que intercambiaron elogios con el Presidente Evo Morales y la Ministra de Planificación, ha sido una muy elocuente muestra de lo mucho que durante los últimos tiempos han cambiado los términos en los que nuestro país se relaciona con ese y otros organismos internacionales.
En efecto, y dando continuidad a una fórmula que ya fue desarrollada por el vicepresidente del Banco Mun¬dial para América Latina y el Caribe, Hasan Tu¬luy, el surcoreano Kim ha puesto énfasis, desde que se inició su gestión, en cambiar la imagen del organismo que preside. Dijo que después de mucho tiempo el BM es una institución que escucha a los países y que enfoca sus actividades a los más pobres y más excluidos. “No damos recetas (...) queremos que nos vean como un socio, que no sólo viene a compartir conocimiento, sino a aprender cómo Bolivia logra 800 alianzas rurales que benefician a miles de personas”.
Exactamente en el mismo sentido estuvo dirigido el discurso de Evo Morales. “El BM ya no viene aquí a dar recetas, sino a apoyar nuestras recetas, nuestros programas que estamos desarrollando desde los distintos ministerios. Ya no chantajea, ya no condiciona”, dijo, confirmando que es mutuo el cambio de actitud, y que expresiones de agresividad inspiradas en resentimientos antimperialistas, que todavía se oyen esporádicamente en el discurso gubernamental, no son más que exabruptos aislados.
La exitosa experiencia boliviana a la que Kim y Morales se refirieron, la que fue presentada como un modelo que debe ser emulado por otros países latinoamericanos y de otros continentes, es la de las alianzas productivas rurales. Se trata de un programa financiado por el BM desde 2007 que se ha plasmado en 2.300 alianzas en diferentes países latinoamericanos, 800 de las cuales están en Bolivia. Se calcula que son alrededor de 30 mil familias las que están involucradas en esos programas productivos con resultados que han sido calificados como muy exitosos.
La razón porque el BM pone tanto empeño en financiar y promover este tipo de proyectos es muy práctica. Es que después de muchas décadas de esfuerzos concentrados en políticas macroeconómicas, la experiencia ha enseñado que dirigir el apoyo directamente a los sectores menos favorecidos de la sociedad, como los productores agrícolas, en este caso, es una de las maneras más eficientes de luchar contra la pobreza sentando sólidas bases para la creación de riqueza y no sólo mediante medidas redistributivas de una renta no sostenible en el tiempo.
No se debe perder de vista, sin embargo, que el énfasis puesto en la necesidad de desarrollar actividades productivas está también motivado en una preocupación relacionada con la excesiva dependencia de países como el nuestro de las exportaciones de materias primas. El BM ha advertido reiteradamente que esa fuente de bonanza actual puede reducirse drásticamente en un futuro no lejano, por lo que es de máxima urgencia que los países exportadores de hidrocarburos y minerales, como el nuestro, tomen los recaudos necesarios mediante la diversificación de su base productiva.
En ese contexto, resulta esperanzador saber que algo se está haciendo en ese sentido, y que se lo está haciendo bien.