Los “cracks” europeos

Los “cracks” europeos

Oscar Díaz Arnau.- La poderosa “Liga” europea de relaciones internacionales se codea ya con el fútbol nuestro y barato de cada fin de semana. No dirán “Imperio”, “conspiración” ni “oscurantismo” sus acartonados jugadores, pero sí ramplonamente se ponen de acuerdo para ir con los tapones de punta contra las canillas de nuestro número 10 y, de paso, entronizarlo como “O’rey” de la cancha sintética en las cumbres borrascosas de la Unasur.
El injustificable episodio que le tocó vivir al Presidente y que motivó protestas internas y manifestaciones de apoyo por parte de países hermanos pero, sobre todo, amigos de Evo Morales, acabó desnudando el patetismo europeo y el descenso de categoría de su diplomacia, que ahora compite seriamente con el rústico neopopulismo latinoamericano.
Para Morales, ser indígena es su “pecado” –en realidad, dijo “nuestro pecado”, para involucrar solidariamente a todos en su lamento boliviano. Pero, qué lamentable, este tipo de frases lastimeras, a las que son propensos nuestros políticos, no hacen más que echar leña al fuego y soliviantar a la quema de más banderas y al pintarrajeo de más paredes de embajadas en La Paz. Da bronca el maltrato, pero que se canalice, pues, bien.
Es por lo menos curioso que cuatro países impidan utilizar su espacio aéreo al mismo tiempo y a un mismo avión; más todavía, a uno en el que viaja un presidente, sea este de donde sea. Yo no creo que haya tenido algo que ver la condición de indígena de Morales. En cambio, opino que no sería raro que Estados Unidos esté detrás de todo esto.
EEUU debe ofrecer explicaciones por el irrespeto a las libertades en el que habría estado incurriendo al darse el indiscreto gustito hollywoodense de espiar a los demás. Wikileaks, Snowden y Evo Morales son nombres propios que tienen de trasfondo una global crisis de desconfianza, muy peligrosa para la paz en el mundo. Sería interesante escuchar también por este motivo un enérgico repudio del Gobierno boliviano, si es posible, con grandilocuencias, ministros de escalera y demás parafernalia mediática.
Entretanto, jugamos nuestro juego y la grosera violación a normas internacionales sirve de acicate para la ligereza de palabra, más todavía, soltura de lengua de Morales, de su leído vicepresidente y de sus disciplinados colegas sudamericanos. Lo del avión, claramente, no fue un “secuestro”, como se le antojó a García Linera seguramente porque sus lecturas le obligaban a responder a las “colonias del imperio norteamericano” con fusilería populista.
La excitación de los presidentes amigos les hizo tomar la primera combinación de su propio avión para aterrizar en su segunda casa, Cochabamba, desde donde el vociferar de este coro de ángeles suena como los dioses cuando se trata de proclamar nuevos enemigos porque, de más está decirlo, son “lacayos” de EEUU y, por eso y por todo lo que se les ocurra cantar a “Pajarito” y conjunto, no merecen un ápice de respeto.
No tengo ninguna razón para defender a EEUU ni a sus perfumadas “colonias”. El hecho de que otros países –por atropello, genuflexión o lo que fuera– hayan mancillado la investidura presidencial y el escudo nacional impreso en el FAB-001, no merece la respuesta bíblica de la otra mejilla, pero tampoco el ojo por ojo, es decir, una nueva arbitrariedad, aunque fuese verbal.
A los políticos que forman parte del gobierno de Morales les falta prudencia y sensatez; condiciones necesarias e imprescindibles que les favorecería para responder con seriedad y altura a situaciones indignantes como las horas del Presidente sin poder moverse adonde él quisiera. Pero, en diplomacia, no ascendimos a las ligas mayores, sino que los “cracks” europeos nos han “empatado para abajo”.