EDITORIAL

El litio, fuente de frustraciones

El litio, fuente de frustraciones

Más allá de los aspectos técnicos, que por su complejidad y el alto grado de especialización que hace falta para su cabal comprensión no suelen estar al alcance de la ciudadanía que no puede hacer nada más que creer en la palabra

Una serie de noticias, todas relativas a la mala marcha de los diferentes proyectos relacionados con el aprovechamiento de las reservas del litio del salar de Uyuni, han vuelto a poner a expertos en materia minera ante la penosa obligación de insistir, una vez más, en sus críticas a la manera cómo tan importante asunto está siendo encarado por el gobierno nacional.
No es la primera vez que eso ocurre. Por el contrario, cada que el tema sale a la luz pública es para poner en evidencia el contraste entre el desmesurado optimismo gubernamental y la falta de hechos que lo respalden.
Hace no más de siete meses, por ejemplo, el 7 de enero del presente año, con motivo de la inauguración de la planta piloto de industrialización de litio en el Salar de Uyuni en un muy solemne acto presidido por el Primer Mandatario de nuestro país, expresábamos en este espacio editorial nuestro temor de que las expectativas que tal acto despertaba no estuvieran suficiente respaldadas. Pedíamos por eso al gobierno nacional que actuara con más mesura.
“Se ha dicho que marca el inicio de la “era del litio” en Bolivia y no ha faltado quien ha visto en el acto inaugural el primer paso hacia la transformación de nuestro país en uno de los pioneros de la industria del futuro. Se ha llegado al extremo de presentar como una posibilidad al alcance de la mano la instalación en Potosí de una fábrica de autos eléctricos japoneses”, decíamos, al justificar nuestra preocupación por lo que ya entonces tenía todo el aspecto de un excesivo optimismo.
Exhortábamos, por eso, a que se preste más atención a quienes con mirada crítica insistían en poner en duda el exitismo gubernamental, pues siendo tan grande el contraste entre el optimismo de los anuncios y la precariedad de los resultados, habrá que reconocer que por lo menos algo de razón tienen quienes con argumentos técnicos y administrativos cuestionan el estado actual de los proyectos para explotar el litio.
Con mucha insistencia se ha recordado que ya es muy larga la cadena de frustraciones causadas por la falta seriedad con que tan importante tema es abordado por las autoridades del rubro. Así lo confirman los muchos convenios pomposamente suscritos con Irán, Brasil, Corea del Sur, Japón, Venezuela y China, además de muchos anuncios que ni siquiera llegaron a plasmarse en declaraciones formales de buenas intenciones. Todos esos casos han ido paulatinamente minando la confianza y multiplicando las dudas sobre la idoneidad con que se llevan a cabo los proyectos encaminados a la industrialización de la reserva de litio contenida en el Salar de Uyuni.
Desgraciadamente una vez más –y ya son muchas – los hechos parecen dar la razón a quienes se inclinan por una visión pesimista, por lo menos en lo que al futuro inmediato del litio en nuestro país se refiere. Y no habrá modo de que la percepción cambie, mientras se sigan cometiendo una y otra vez los mismos errores.