OJO AL CHARQUE

Una bolsita de plástico por favor

Una bolsita de plástico por favor

Constantino Rojas Burgos.- Si uno va a comprar pan a la tienda regresa a la casa con una bolsa de plástico, si está por el mercado y le falta verdura o frutas, le venden incluida la bolsa de plástico. Compra en la farmacia o en la librería y, de nuevo, tiene su bolsa de plástico.
Las bolsas de plástico se han convertido en la solución para los compradores, que, en su mayoría, tienen la costumbre de ir a comprar con las “manos vacías” y de regresar a la casa con una colección de bolsas de plástico, porque los vendedores hacen uso de estos envases para expender sus productos y satisfacer la necesidad de los clientes.
Prácticamente, no hay nada que no se venda sin una bolsa de plástico, sea pequeño, mediano o grande el producto que se compre: carne, pollo, verduras, zapatos, calcetines, libros, cualquier producto siempre viene acompañado de una bolsa gratuita como parte de la venta del producto.
“Sin querer queriendo”, en la casa se van acumulando bolsas de plástico, puesto que además, cada día que se compra algo es un día en el que aumentan estos envases.
En unos casos, esas bolsas se reciclan y sirven para depositar la basura que luego será echada en un carro basurero. En otros casos, se arrojan en los lotes baldíos y contribuyen a generar más basura, ocasionando daño y deterioro del medio ambiente. Si hace viento, las bolsas vuelan de aquí para allá, hasta que se atascan en algún lugar.
El pedir una bolsa es una práctica tan sencilla que incluso cuando nos sobra comida en el restaurante, se pide una bolsita que es la “salvación” de los comensales que así encuentran una solución práctica y oportuna.
Dejar de usar bolsas de plástico implicará un cambio de actitud y un cambio de hábitos que llevaría muchos años, después de haberse enraizado entre los bolivianos y no será tarea fácil dejar de lado una costumbre tan cómoda y utilitaria para los compradores que están al paso y que sienten la necesidad de completar algo que falta en la casa.
Cambiar de hábitos obligaría a los compradores a disponer de “sus propias bolsas”, –de tocuyo o saquillo de tela–, que necesariamente se deberá llevar consigo al mercado donde se comprará un producto. Esta actitud permitirá rechazar las bolsas de plástico para incorporar un nuevo hábito, que a futuro contribuirá a cuidar el medio ambiente y la ecología, motivando un nuevo aprendizaje en los niños y jóvenes, que podrán valorar como decisión sana y constructiva para todos.
El cambio de actitud será lento y aislado, pero es importante señalar que ya existen parejas de esposos que llevan su bolsita al mercado y rechazan las bolsas de plástico. Son pocos los que llevan la iniciativa, pero ya es un buen inicio, ojalá podamos secundar esta iniciativa para cuidar el medio ambiente y que las bolsas de plástico no sean nuestra prioridad.
Pensar que las bolsas de plástico se degraden y no contaminen el ambiente es sólo una ilusión. De hecho, las bolsas que se entierran ni siquiera sufren un deterioro, ni la humedad les afecta, pueden durar años por la consistencia del polietileno, que está fabricada para una larga vida. Será oportuno empezar con campañas para cambiar el hábito en el uso de las bolsas de plástico.