¿Será tan difícil?
¿Será tan difícil?
Gastón Solares Ávila.- En mi nota de la semana pasada, me referí al problema de las aceras de la zona central que están en pésimo estado, desde hace muchos años. Sólo la anterior gestión municipal se ocupó de hacer algo y repuso las de la avenida Hernando Siles en buena extensión. Ahí se quedó el esfuerzo porque ni siquiera hay capacidad de interpretar la norma y hacerla cumplir para solucionar un problema que afecta a todos.
Las decisiones, si no son oportunas, no sirven. Resulta que ahora esta ciudad “turística” se está llenando de casuchas de mala muerte donde se expende comida, obviamente sin ningún control sanitario. La gran rotonda de salida al aeropuerto, es uno de los varios ejemplos. Precisamente delante del mural pintado por Luis Zilveti, artista chuquisaqueño que vive en París, se expende ahora comida y la zona de mucho tráfico se convierte en intransitable a ciertas horas, porque ya estaba saturada aún antes de ofrecer este nuevo “servicio”.
Otro caso es el de la avenida Marcelo Quiroga Santa Cruz, acceso único por carretera de Cochabamba, en ruinas por la circulación de grandes camiones, que han convertido la zona en maestranza, ya que a ambos lados del camino se han construido casetas con diferentes servicios utilizando el terreno de nadie.
Cuando alguien toma la iniciativa y construye donde no debe una caseta para prestar un servicio no autorizado, la autoridad municipal correspondiente debería parar de inmediato la obra, ya que la solución no solamente sería fácil, sino efectiva. Pero si se deja que el mal ejemplo cunda y se quiere cerrar la puerta cuando el burro ya ha salido, entonces la solución se complica porque se forma el sindicato, empiezan las marchas y los bloqueos y el problema se torna insoluble.
En Sucre no hemos aprendido a planificar el crecimiento ni el desarrollo. Todo queremos en el centro. En la Plaza principal hay tres monumentos en fila, pues recientemente hemos añadido el de don Jaime Zudañez, que merecía un lugar especial y único. Se podría haber construido una hermosa plazuela con su nombre, como se hizo cuando se creó la plaza Cumaná. Para construir la fuente del Bicentenario, se ha destruido el tradicional Rosedal, en lugar de ubicarla en un nuevo lugar, como por ejemplo en la ya mencionada rotonda de salida al aeropuerto, que ha empezado a convertirse en una plaza de comidas de quinta categoría.
¿Y el Parque Bolívar? Como se ha prohibido desde hace años la circulación de vehículos, es ahora un poco de todo, pero cada día aumentan los quioscos improvisados, también de comida. Es decir, la ciudad entera se está convirtiendo en mercado y no se toman medidas oportunas por lo que los esfuerzos tardíos no tienen resultado positivo. Ahí está el plan de aceras limpias.
Ciertamente la gente tiene derecho a trabajar y a buscar su medio de subsistencia, pero los ciudadanos también tienen derecho a preservar su salud, a transitar por calles seguras, limpias y ordenadas y la ciudad a que se planifique su crecimiento y a que se mantenga la belleza de su arquitectura colonial y republicana.
El caos está ganando al orden y a la racionalidad y eso hay que evitar. Por ejemplo en el caso de la nueva Terminal de Buses, más que los argumentos técnicos profesionales, más que la necesidad de distribuir el tráfico y la actividad económica, cuenta la presión de juntas vecinales y los intereses sectoriales y políticos y por eso las soluciones son resultantes de todo, menos de la objetividad y del sentido común.
¿Será realmente tan difícil actuar racionalmente? ¿Será tan difícil tomar medidas oportunas para que sean efectivas? Sucre, nuestra bella ciudad, no está en buen camino.
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