REFLEXIONES A FONDO PERDIDO

¿Un bloqueador bloqueado?

¿Un bloqueador bloqueado?

Demetrio Reynolds.- El espectacular entuerto internacional de hace pocos días, ¿desde qué vereda lo vio? No era lo mismo ver de cualquier parte. Incluso la comprensión dependía de qué lado estaba usted. Se podía tomar a villanos por héroes o a éstos confundir con villanos. Se nos develó un mundo polarizado por la “guerra fría”, donde por ser ajeno lo bueno es malo, y éste puede ser bueno sólo porque es propio; bajo un lema atroz: el enemigo de mi enemigo es mi amigo. ¡Fue grave, sumamente grave!
Pero gira en torno a un asunto concreto. El tal Edward Snowden, un exanalista de la CIA, decidió ventilar por el mundo un paquete de información secreta de su país, para hacerse rico o famoso. Cometió el delito de alta “traición a la patria”, por eso lo buscan hasta por debajo de las piedras. Y la casualidad hizo que cuando éste se encontraba en Moscú, un día aterriza el lujoso Falcon del magnate aimara, presidente del Estado Plurinacional. Mera coincidencia, por supuesto. En tanto que su retorno fue como el de Ulises a Itaca: lleno de contingencias y sorpresas. Pero ya se verá que “no hay mal que por bien no venga”, como dice el refranero castellano.
No debe ser grato deambular sin motivo por los aires; el Presidente se vio obligado a realizar ese periplo. Desde luego, nada justifica el trato desconsiderado; pero tampoco la intención oficiosas en pleito ajeno. Eso dio pábulo a la sospecha, aunque no se encontraba en la nave el prófugo. Con el retorno a La Paz debía cerrarse –en el ámbito diplomático, con disculpas y todo– el zafarrancho en cuestión. Sin embargo, en seguida se desató otra tormenta. Según los brujos del Palacio Quemado, el bloqueo aéreo no era a causa del “traidor” sino por discriminación al mandatario indígena, porque el colonialismo de hace 500 años aún había estado latente en Francia, España, Italia y Portugal. Y otro fuego caldeó entonces los ánimos.
Desde hace rato ya se respira una atmósfera pre electoral; por eso el incidente europeo le vino al Gobierno como anillo al dedo. Después de varios traspiés en la política interna, virtualmente ya sin la careta de indígena, el jefazo necesitaba reparar su maltrecha imagen para el 2014. Estaba desesperado; tanto, que no le importó trocar su palabra de honor por una “estrategia envolvente” (léase trampa), y se lanzó a la candidatura presidencial por tercera vez. En tal circunstancia, le sonrió de nuevo la diosa fortuna, ahora bajo el padrinazgo del capo que administra el imperio. Con un enemigo así, ni hace falta tener amigos.
Su arribo triunfal fue como después de una guerra victoriosa. Dizque su liderazgo continental y mundial volvió a reflotar. No debe ser poca cosa derrotar al poderoso adversario que quería cometer con él un magnicidio. Ante la conspiración en marcha, el incidente y la respuesta de los socios de ALBA reforzaron, por contrapartida, la unidad entre los bolivarianos; también la lengua viperina de los escuderos vivió su hora más fecunda, y los sindicatos masistas están hoy más orgullosos que nunca de su caudillo. Francamente no se podía esperar más.
Pero no hay que tirar de la cuerda hasta reventarla, ni mentar la soga en casa del ahorcado. Cuando esas habas hierven a calderadas en el propio reducto, buscar la inculpación de los supuestamente equivocados y abogar a todo pulmón por los derechos humanos, es una actitud incoherente y poco honesta de quienes hablan mucho de dignidad.