VENI, VIDI, VICI

De lo que el Gobierno no quiere oír

De lo que el Gobierno no quiere oír

J. Lizandro Coca Olmos.-. Es bien sabido que a la mayoría de los niños no les gustan las espinacas. Sin importar su valor nutritivo, el simple hecho de tener que comer esas cosas verdes en lugar de una linda hamburguesa con papas fritas causa en ellos una casi instintiva reacción de rechazo.
Cuando se menciona el caso extorsión hablamos de una red de funcionarios, montada y orquestada dese las mismas entrañas del Gobierno, que se encargaba, en unos casos, de obtener dinero para beneficio de no sabemos quién, chantajeando a personas en prisión o con procesos en curso, sobre la base de bienes inapreciables como son la libertad, la honra y la dignidad humana.
En otros casos, estos delincuentes se encargaban de armar complots contra autoridades electas para conseguir su destitución, vulnerando los invaluables principios de pluralismo, sobera nía del voto y competencia limpia, sin los que ninguna democracia puede preciarse de ser tal.
No se trataba de simples funcionarios de último nivel traficando con minucias, sino de verdaderas tramoyas del poder para robar dinero, dignidad, decisión democrática a través del voto, honra y libertad.
El hecho de que el Gobierno se niegue a ir tras los peces gordos de la red y pretenda que nos conformemos con los esbirros que están en la cárcel debería ser, de por si, motivo de escándalo y protesta nacional, y una seria señal de que el mismo Órgano Ejecutivo podría haber admitido y alentado los actos delincuenciales de la red, por convenir a sus intereses políticos.
Durante la única guerra civil que vivimos como República, la facción paceña utilizaba la idea de la descentralización como bandera de lucha, al punto que se hacían llamar "federalistas", sin embargo, el único cambio que practicaron fue el traslado de la sede de gobierno a La Paz para ejercer el poder con el mismo centralismo secante, ineficiencia y ausencia de sentido práctico.
Cuando se vino abajo el sistema de partidos de la era democrática, el MAS y su caudillo Evo Morales ofrecieron, otra vez, un cambio en la manera hacer política agregándosele honestidad, ética, respeto del pluralismo y los Derechos Humanos.
Pero ¿qué pluralismo puede existir cuando se mira al adversario como a un enemigo al que se debe eliminar por todos los medios posibles?, ¿de qué pluralismo hablamos cuando se encadena las autonomías a políticas y leyes impuestas desde La Paz con una única visión para todo el país?, ¿de qué respeto de los Derechos Humanos nos puede hablar un Gobierno que ha privado de libertad a un prefecto por más de cuatro años sin sentencia, y que tiene a un Senador encerrado en la embajada de un país amigo porque se niega a otorgarle un salvoconducto como mandan los convenios internacionales?, ¿con qué cara nos pueden hablar de honestidad o ética cuando se niegan a destapar esa red de extorsión y, por el contrario, persiguen e insultan a quienes realizan las denuncias?
Lo único que ha cambiado aquí es que los que hacen uso y abuso del poder no son los mismos de antes, y que la abrumadora mayoría otorgada por la gente ha propiciado que los de hoy sean más descarados y déspotas. Pero de mejorar el miserable desempeño moral de la clase política boliviana, nada.
Ésa es la espinaca la que no queremos comer. Lo del avión no es más que un sainete, es la linda hamburguesa con papas para el espectáculo.