EDITORIAL
Solidaridad frente a la indiferencia
Solidaridad frente a la indiferencia
Todos debemos escuchar este mensaje de Francisco y reconocer en él el espíritu de solidaridad que el planeta reclama en estos momentos
Un fuerte llamado a la solidaridad con los migrantes ha lanzado el papa Francisco, al lamentar la pérdida “de la responsabilidad fraterna” y denunciar que la “cultura del bienestar, que nos lleva a pensar en nosotros mismos, nos vuelve insensibles a los gritos de los otros, nos hace vivir en burbujas de jabón, que son lindas, pero no son nada. Son ilusión de lo superficial, de lo provisorio, que lleva a la indiferencia hacia los otros. Más aún, lleva a la globalización de la indiferencia. ¡Nos hemos acostumbrado al sufrimiento del otro (...)!”.
Esas duras expresiones fueron dichas en la homilía de la misa que celebró en las cercanías de Lampedusa, una isla de Italia convertida en un centro de recepción de miles de migrantes y, por tanto, un lugar donde también se han registrado muchos naufragios y precisamente porque hubo un último en la zona es que el Papa se trasladó a ese lugar en su primera salida de Roma, donde se reunió con migrantes recién llegados, muchos de origen musulmán.
En la homilía el Papa preguntó ¿quien “entre nosotros ha llorado por hechos como éste (naufragio), por la muerte de estos hermanos y hermanas? ¿Quién ha llorado por estas personas que estaban sobre la barcaza? ¿Por las jóvenes madres que llevaban a sus niños? ¿Por estos hombres que deseaban algo para apoyar a sus familias?”. “Somos una sociedad que ha olvidado la experiencia de llorar, del ‘sufrir con’: ¡es la globalización de la indiferencia!” ha insistido para culminar con una radical interpelación: “Señor, en esta liturgia que es una liturgia de penitencia, pedimos perdón por la indiferencia hacia tantos hermanos y hermanas. Te pedimos perdón por quien se ha acomodado, por quien se ha cerrado en su propio bienestar que lleva a la anestesia del corazón. Te pedimos perdón por aquellos que con sus decisiones a nivel mundial han creado situaciones que llevan a este drama”.
Más allá de si se es creyente o no, este mensaje es universal y exige reflexionar sobre la gradual pérdida de solidaridad entre la gente. En nuestro entorno directo, asistimos a un proceso de anomia social en el que el bien común es sometido absolutamente y la “globalización de la indiferencia” de la que nos halaba Francisco hace que antes que la búsqueda de acuerdos prime la polarización que permite a los poderosos de turno imponer sus intereses al resto de la gente.
Desde otro enfoque, en la medida en que Bolivia muestra tasas cada vez más elevados de emigración y hay casos en los que los compatriotas que abandonan el país encuentran oportunidades que la aprovechan para mejorar sus vidas, también son muchos los que viven en carne propia los rigores del racimos, el desprecio y la sobreexplotación, sin que nadie llore por ellos, salvo cuando se los quiere utilizar de alguna manera y para fines particulares.
Todo indica, pues, que debemos escuchar este mensaje de Francisco y reconocer en él, creyentes y no creyentes, el espíritu de solidaridad que el planeta reclama en estos momentos.
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