BARLAMENTOS
Propaganda y distracción en viaje aéreo
Propaganda y distracción en viaje aéreo
Winston Estremadoiro.- Hace tiempo leí que el Secretario General de la OEA respaldó a su secretario político, aludido por Evo Morales de tener “mentalidad colonialista”. El tarascón se debió a la misiva del oficial interamericano a un ex presidente boliviano, donde evocaba que la candidatura del mandatario a su tercera reelección “se apartaba” de los acuerdos del 2008. Por fin, dije. Insulza se ha resaltado por intentar quedar bien con Dios y con el diablo en declaraciones sobre Bolivia.
Apagué la llama de mi ilusión inicial, cuando el mandamás de la OEA pidió disculpas al Gobierno nacional, culebreando que la carta de su Secretario Político fue a título personal. Rehúso, además, citar nombre del ex mandatario carteado, y no me quedó otra que mencionar al mercurial mandamás boliviano, siendo que desde 2001 mi opinión sobre la gestión de sus antecesores, y del actual régimen, es como ir de la bosta a la boñiga. Sin embargo, como agua que congela a hielo, cada vez endurece más mi opinión de que el Gobierno apela a formas nuevas de atentar contra la democracia.
La tramoya inicial quizá se urdió en el cónclave izquierdista del Foro de São Paulo de 1990. En ese variopinto melánge de grupos, partidos y Gobiernos izquierdistas, el Movimiento Al Socialismo boliviano fue invitado y tal vez se convirtió en miembro adulado. Las dudas se esfuman con evidencias de petrodólares venezolanos financiando la inestabilidad social que rindió a presidentes efímeros, y resultó, por cansancio y desilusión, en tal vez el mandato presidencial más largo de la tortuosa historia boliviana.
El prorroguismo se suma a la oclocracia, o como alguna vez lo he calificado, gobierno desde las plazas. No es la primera vez en Bolivia. Evoco a Melgarejo en 1868, que decía “aquí no hay Constitución que valga, el que monta manda y cartuchera al cañón”. El tarateño no sentía aversión ni tenía miedo a los letrados, que en su sexenio redactaron una Constitución notable. Tal no sucedió en la Carta Magna vigente, embutida en un cuartel orureño con delegados dudosos y la anuencia de estamentos armados, obesos a dieta de prebendas, cuando no de talegazos. La Constitución se ha atropellado de todas maneras, porque al fin y al cabo, en autocracia populista con ejecutivo fuerte y sin opción opositora, el que monta, manda.
De poco serviría discutir si la tercera reelección de Evo Morales es constitucional. Me atengo a la expresión del alto funcionario de la OEA, en que a lo menos se desvía de acuerdos políticos del año 2008. Tampoco divagaré sobre la vigencia de la oclocracia en el país: ¿para qué, si el subconsciente presidencial lo revela, al declarar que es necesaria “la unidad dentro de las organizaciones sociales para consolidar el proceso de cambio”?
Muerdo en denominador común de politiquero álgebra: la corrupción. Empiezo con hitos podridos en regímenes populistas que son espejos de lo que sucede en Bolivia. Ahí está la Venezuela de Chávez y la borrachera de miles de millones de dólares anuales de superávit petrolero. O el reventón de la pústula brasileña, el “mensalão”, aún inconcluso porque ningún pícaro está entre rejas; despertó en Brasil al hijo de la protesta ciudadana en el vientre de la información universal, quizá con ejemplo del Medio Oriente.
Digiero la melliza de la propaganda que socapa la corrupción o los problemas reales en regímenes populistas: la distracción. Al “miente, miente, que algo queda” de Goebbels, la información universal de hoy, producto de la revolución de comunicaciones, trae un “distrae, distrae, que surte siempre” como recurso de gobierno. No me atribuyo identificar tal engendro: se le conocía como “pan y circo”, en caso documentado de tránsito de barbarie, a democracia, a imperio, a declive: Roma.
El enredo del viaje del presidente Morales, varado en Viena sin poder volar en el espacio aéreo de Italia, Francia, España y Portugal, es postrer caso de distraer la opinión pública. ¿A quién importa Snowden y su derecho al asilo? ¿No pasa algo similar con el senador Pinto, encarcelado en la legación brasileña por más de un año? El espionaje es cosa corriente entre Estados, ¿acaso revelarlo cambiará que unos con mejor tecnología espíen a países y personas, en tiempos de terrorismo fanático o psicópata?
En Bolivia, hasta los apóstatas de la extorsión corrupta se cuidan la espalda con cartas notariadas. El lavaje de casos de corrupción se agudizará aún más. Una meritoria periodista informa que empresas del Estado podrán “comprar, contratar servicios y efectuar licitaciones” sin acatar la Ley Safco que tanto esfuerzo requirió: según el proyecto de Ley de la Empresa Pública, su objetivo “es acelerar y destrabar el trabajo de las compañías estatales de servicios”.
La gente desgarrando sus vestiduras cual fariseos con lo que pasó a Evo Morales en Europa, distrae de problemas reales. ¿Qué pasará en 2016, cuando vaticinan que no alcanzará el gas natural, con el estancamiento de exploración y desarrollo de pozos, provocados por la toma de instalaciones civiles con tropas militares en la llamada “nacionalización” de hidrocarburos? Si la odisea aérea de Evo Morales le encumbra como sucesor de Hugo Chávez, y hace de Obama su director de campaña electoral, ¿habrá alternancia democrática a futuro, o seguiremos de dictador a asonada a democracia endeble? Si la corrupción sumada al narcotráfico resulta en cáncer terminal, ¿le echaremos la culpa al “imperio” si los vecinos reviven la “polonización” de un país fallido, que antaño propugnaron?
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