Humanidad, ilusión y vacío

Humanidad, ilusión y vacío

Juan José Bonifaz B..- En el pasado, el hombre vivía en un mundo prácticamente estático. Todo estaba inmóvil. Cada uno debía dejar el mundo tal como su padre se lo había dejado, sin modificarlo en absoluto. Como nada cambiaba, no era necesario aprender demasiado. Era suficiente con aprender algo, entonces quedaban espacios vacíos en la mente, que permitían la reflexión.
Es también el porque el mundo antiguo vivía en una generalizada pobreza; 160 dólares de ingreso per-cápita y resistencia a toda posibilidad de cambio tecnológico. Después de la Revolución Industrial, el ingreso promedio subió hasta 500 dólares y, la pobreza alcanzaba al 87% de la población mundial, en los últimos 120 años el crecimiento del PIB sobrepasa los 10 mil dólares y reduce los índices de pobreza a un 10% de la población, con tendencia a seguir bajando, en contra corriente a los defensores de los pobres.
Tomando en cuenta el actual ritmo del avance científico-tecnológico, la Ley de More prevé que éste, tendrá un crecimiento exponencial los próximos años y, es posible la eliminación de vitales problemas que aquejan a la humanidad, quedando la pobreza en segundo plano y, la desigualdad como el problema central. Según el Banco Mundial, la riqueza intangible (conocimiento) de los países ricos, alcanzará hasta el 90% del stock de capital, dejando al mínimo los recursos naturales -y a la inversa- los países pobres, seguirán dependiendo de los recursos naturales en proporciones significativas, mientras la riqueza intangible continuará sin importancia.
Por eso, la educación cobra cada vez más significación. El hombre moderno debe tener una capacidad de aprendizaje mayor de la que haya tenido nunca, pues ahora hay más para aprender. El hombre tiene que capacitarse para adaptarse a situaciones nuevas todos los días, debido a lo rápido que cambia el mundo. Se puede decir que el hombre moderno se vuelve completamente neurótico o que la gran presión lo transforma, de acuerdo con el punto de vista que uno asuma; lo único seguro es que no hay posibilidad de volver atrás. La estimulación sensorial continuará aumentando más y más, es decir, recibiremos más información y la vida seguirá cambiando a ritmos acelerados.
El avance actual, no permite volver atrás en busca de nuestras fuentes originales, la verdad es que el progreso impulsa al mundo hacia adelante. Dentro de poco se van ha borrar las diferencias del lenguaje, porque la informática va permitir, la traducción simultanea de los idiomas más importantes, rompiendo los límites de la comunicación, y para las próximas décadas, existen una infinidad de nuevos descubrimientos en desarrollo: en salud, lograrán que el hombre viva más tiempo, mientras la educación, la formación de recursos humanos y la producción, alcanzarán éxitos nunca imaginados.
Lo negativo es que las sociedades viven una ilusión y tienden al vacío. La deshumanización, el individualismo y la carencia de valores morales; exalta la mediocridad y emboba aún más a la gente con toda clase de prebendas y programas asistenciales, para mantener el “status quo” mientras los políticos, la clase de altos funcionarios y los Lobbys mundiales, controlan el poder y la economía mundial, con un control férreo sobre la población, amparados en la tecnología al servicio de la seguridad de los que mandan, y en desmedro de los aborregados que obedecen.
Este mundo de incertidumbre, materialismo e indignación, donde hablar de Dios, libertad, paz y verdad; de valores, derechos individuales y colectivos es cada vez más lejano; está confundido en la vorágine del hedonismo, la ignorancia y fanatismo; un hombre transformado en un ser famélico de poder, dinero y placer, un ignorante de su propio valer, de su Yo Soy, cuyas vibraciones hacen la diferencia entre el Ser Humano y el vulgar y, el secreto de una Vida Superior… Ignora, que “sólo somos energía combinada armoniosamente en trillones y trillones de átomos organizados en formas complejas, que obedecen a un programa genético resultado de millones de años de evolución, átomos que vibran al son de la gran vibración universal que es el Verbo de Dios. Nos creemos dioses y no somos nada. Absolutamente nada. De hecho entre el núcleo de un átomo y las órbitas de los protones, neutrones y fotones que orbitan a su alrededor existe sólo un vacío cuántico, con lo que la mayor parte de nuestro cuerpo está vacío, aunque cueste entender”…