A... y por Marcelo

A... y por Marcelo

Víctor L. Sánchez Sea.- Transcurren 33 años desde el 17 de julio de 1980, cuando Marcelo fue secuestrado en la sede de la COB, fue torturado, dicen, descuartizado e incinerado; sus cenizas hasta ahora no fueron entregados para darle una reverente sepultura; de muerto sigue el temor de quienes lo consideraban su enemigo.
Su desaparición fue un duro golpe para muchos sectores que veían en él a un ser de lucidez y consecuencia extraordinarias, capaz de liderar una transformación verdadera y profunda; por ello mismo había una diferencia notable con relación a los políticos habituales de su época. De indudable condición intelectual, escribió varios libros, como Los Deshabitados, prefirió el compromiso político y en palestra que se encontraba predicó los problemas políticos, económicos y sociales del país. Fue un militante revolucionario y perseverante con sus ideas liberadoras ligadas a la realidad.
Roberto Mardini con quien compartió el periodismo y el exilio en México en la década del 70, en una sesión de la UNAM a los 25 años de su asesinato, decía: “No sé si esto es exactamente así, pero me parece una buena metáfora para describir a Marcelo Quiroga Santa Cruz: Una “cabeza fría” e intelectualmente brillante. Y un “corazón caliente” que lo impulsó a convertirse en un auténtico luchador social”. Alusión que demostraba la personalidad del hombre de letras, pero que se dedicó en cuerpo y alma a la política hasta el último día de su vida o de su muerte.
A ése hombre, defensor de la democracia en el país (recuérdese los juicios de responsabilidades contra Barrientos y Banzer), al pensador incansable de los recursos naturales de la nación (léase El Saqueo de Bolivia y/o Oleocracia o Patria), al perseguido y exiliado (Argentina y México), al maestro universitario, en esta fecha en que vuelve a convocarnos, apreciamos su ejemplar vida ética, la que perdurará como homenaje a su incorruptible existencia.
Queda en el recuerdo ese 22 de marzo de 1980 cuando luego de conocer que se había encontrado el cadáver de su asesinado amigo y compañero Luis Espinal, salió de Sucre, del bufete de Germán Gutiérrez, y convirtió esa ocasión en la última vez que vimos esa majestuosa figura, no sin antes escuchar su mensaje de sobrevivencia para continuar la lucha por la dignidad del pueblo boliviano. Así ya presagia su calvario…