EDITORIAL
Complejo panorama regional
Complejo panorama regional
Como muestra la historia, todo tiene límite, y el uso desmedido del poder y la prepotencia finalmente llegan a un tope
Como es frecuente en nuestra convulsionada historia parecería que nuevamente estamos en los umbrales en un nuevo cambio de péndulo, como lo estuvimos a principios de este siglo en países como Brasil, Argentina, Venezuela, Bolivia y Ecuador. Con sus propios matices y pasado un ciclo económico desastroso, sobrevino la emergencia de China e India, y con ella, el incremento de los precios de los recursos naturales, que provocó una bonanza sin precedentes.
Esta bonanza, unida a la crisis del viejo sistema político-partidario abrió las puertas a importantes reformas y la emergencia e inclusión de nuevos sectores sociales, económicos y culturales, que lograron llevar al poder a personajes carismáticos que, lamentablemente, muy rápido se auto convencieron de ser los creadores de esas condiciones económicas y procedieron a desarticular la muy precaria institucionalidad democrática construida desde mediados de los años de 1980. Con la excepción de Perú que, probablemente a consecuencia de la traumática experiencia del “fujimorismo” y su intención de prorrogarse en el poder, logró conjugar, exitosamente hasta el momento, la bonanza con el sistema democrático que, como demuestra la historia, es la única forma de garantizar el desarrollo a largo plazo.
En este contexto, los representantes de estos proyectos hegemónicos buscan, además, reescribir e interpretar la historia a su libre albedrío; tienen la convicción de que son impunes e inmunes, y en su retórica, que incluye hasta intentos de creación de nuevas religiones y nuevos mesías, ofenden, finalmente, a quienes aseguran representar porque les dicen falsedades en función ya no de los intereses que alguna vez enarbolaron y que les permitieron llegar al poder, sino como armas a utilizar en inescrupulosas pugnas internas. Además, convencidos como están de ser portadores de las nuevas verdades, no dudan de sacrificar los intereses del bien común para satisfacer sus propias ambiciones, como queda evidenciado, a fuerza de ejemplo, en Argentina con el nombramiento como Comandante de Ejército de un militar que participó, de acuerdo a serias denuncias, en las acciones de terrorismo de Estado de la probablemente más cruel dictadura que asoló la región (ver subeditorial).
Pero, como muestra la historia, todo tiene límite, y el uso desmedido del poder y la prepotencia finalmente llegan a un tope, y probablemente es este tope el que crea esa sensación de cambio de rumbo que señalamos al inicio, porque, en verdad, cuesta aceptar que se quiera sembrar nabos sobre la espalda de la gente, más aún si ésta observa que son las naciones que preservan el sistema democrático y armonizan visiones político-ideológicas con pragmáticos criterios económicos, los que más avanzan en la lucha contra la pobreza.
Este contexto es el que nuestras autoridades deberían conocer y comprender, más aún cuando, por un lado, saben que se deben hacer extremados esfuerzos para adecuar las cifras de la realidad a los deseos políticos y, por el otro, conocemos que nuestros compatriotas que deciden emigrar ahora ya no ven sólo la lejana España o Estados Unidos su destino, o, en la región Argentina y Brasil, sino Chile y Perú.
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