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Reclamo desprestigiado

Reclamo desprestigiado

Harold Olmos.- El Gobierno se hizo el desentendido con la creencia de que esquivando los problemas se los resolvía. Después comprobó que el mundo real no funciona de esa manera y que nada se logra con querer esconder la realidad que, tarde o temprano, aparecerá. Ante la evidencia de la declaración del Ministerio de Defensa de Brasil, no le quedó otra opción sino reconocer que sí hubo aviones brasileños que Bolivia inspeccionó, al menos uno de ellos sin el consentimiento del vecino país.
Hoy, el resultado es que la exigencia boliviana de satisfacciones y explicaciones por el incidente que tuvo por escenario los cielos de cuatro países europeos está desprestigiada. Con todos los elementos que ya son públicos, habría que preguntarse qué harían las autoridades nacionales si mañana se realizara la reunión (disminuida) de Unasur que se solidarizó con Bolivia y condenó al grupo de países europeos con profusas alusiones a Estados Unidos por una supuesta o presumida responsabilidad principal en todo el incidente. ¿Habría el mismo resultado? Nada es tan dañino en las relaciones entre Estados y entre personas que la sospecha de una mentira o de verdades incompletas admitidas a regañadientes. Bolivia se quejaba de lo que antes había hecho ella misma y nadie se lo había reprochado públicamente. En ese marco, el reclamo lucía como una actitud con olor a hipocresía. En tesis, Brasil tuvo la poco agradable tarea de decir al Gobierno: Ustedes inspeccionaron tres aviones de la Fuerza Aérea Brasileña, pero en aras de las buenas relaciones colocamos paños fríos sobre la cadena de incidentes. Ahora nos toca decir basta.
Brasil fue uno de los cuatro países que no tuvieron a sus presidentes en la reunión de Unasur. Perú Colombia y Chile encontraron razones para ausentarse de la cita convocada con prisa con el eco de la protesta boliviana por el trato humillante dispensado a su máximo representante. Pero para el Gobierno no fueron suficientes los pedidos de disculpas, y sus exigencias crecieron hasta abarcar una investigación que traiga la afiliación completa de todos los involucrados. Era aparente que se apuntaba a Estados Unidos con propósitos que no están claros. Algunos países pueden haberse preguntado: ¿A dónde se quiere llegar? Las relaciones de Bolivia con Brasil han sido con frecuencia difíciles en los años del Gobierno actual. Deberían haber sido idílicas. Brasil es el mayor comprador de gas natural de Bolivia, suficiente para procurar un empeño sostenido por elevarlas al mejor nivel. No ha sido así.
En una reunión de Mercosur en Paraguay, en la que estaba presente Bolivia como país observador, hubo un encuentro tenso entre los presidentes Morales y Luiz Inacio Lula da Silva. En la narración que hizo ante el congreso brasileño el entonces canciller y actual Ministro de la Defensa, Celso Amorím, el brasileño le reprochó al boliviano haber ejecutado la nacionalización de los campos que operaba Petrobrás con el despliegue militar que ocurrió. "Eso no se hace con un país amigo", le dijo airadamente Lula a Evo. Para Lula resultaba más incomprensible el hecho de que la medida hubiese venido de un Gobierno con el que sentía cierta afinidad. Del relato que hizo Amorím, se deduce que el ahora fallecido presidente Hugo Chávez (testimoniaba el encuentro) intervino para ayudar al acosado presidente boliviano. Brasil absorbió el golpe, pues tampoco podía asumir una actitud que critica a las grandes potencias por su comportamiento con naciones menores. Pero los planes que tenía para elevar las relaciones comerciales con Bolivia fueron archivados, entre ellos plantas petroquímicas y termoeléctricas en base al gas natural. Es también plausible suponer que las autoridades vecinas optaron por mantener las inversiones de Petrobrás sólo en un nivel suficiente para garantizar el contrato de suministros que acaba en 2019.