EDITORIAL

Traspiés en el camino del Tipnis

Traspiés en el camino del Tipnis

Está visto que al Gobierno no le será fácil seguir avanzando en su proyecto carretero. Hacer un alto en el camino parece por eso lo más aconsejable

Una serie de reveses ha sufrido durante los últimos días la estrategia gubernamental concebida para despejar los obstáculos que se interponen en su proyecto de construcción de una carretera que atraviese el corazón del Territorio Indígena del Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis).
Entre todos los traspiés gubernamentales a los que nos referimos, el más visible es el que se ha producido en el escenario mediático, pues al haberse puesto en evidencia las malas artes de las que el Ministerio de Gobierno se valió en Chaparina, en septiembre de 2011, las campañas propagandísticas montadas para desprestigiar a los dirigentes del Tipnis y a su causa terminaron revirtiéndose en su contra. Es difícil imaginar una imagen peor para el prestigio de un gobierno que la degradación de su propio Canciller a la condición de señuelo de una trampa urdida expresamente para justificar una brutal represión.
Tan graves como los anteriores son los traspiés que la causa gubernamental sufre en los escenarios jurídicos y legales. Hasta ahora han sido infructuosos los esfuerzos hechos para evitar que avance el proceso legal iniciado para esclarecer los hechos de Chaparina, pues de un modo u otro el reclamo de justicia impide que los operadores legales del gobierno logren su objetivo de archivar el caso. En el sentido opuesto, tampoco han dado resultado las presiones para agilizar los juicios entablados contra dirigentes del Tipnis, pues no logran su propósito de encarcelarlos por la clara resistencia ciudadana, como no ha pasado desapercibido el cambio producido en algunas esferas del gobierno sobre la jurisdicción de la justicia comunitaria.
En este contexto, se hace más notoria la falta de correspondencia entre el plan de apertura de la carretera a través del Tipnis y numerosos mandatos constitucionales y legales. Al hacer ver a los órganos judiciales como reparticiones accesorias de los organismos represivos del gobierno despoja a sus actos de mínimas condiciones de legitimidad.
A lo anterior se suma una serie de acciones gubernamentales que han contribuido a despejar cualquier duda sobre los verdaderos alcances del plan de desarrollo hacia la amazonia, lo que incluye al Tipnis. Así, la decisión de poner a disposición de las empresas petroleras las áreas protegidas, o acelerar el avance de la frontera agrícola sobre los bosques tropicales, despojan de toda verosimilitud a los alegatos ambientalistas gubernamentales.
Como si eso no fuera suficiente, la impaciencia ha hecho que algunas organizaciones de colonizadores del trópico, las ahora denominadas "interculturales", exijan el pronto cumplimiento de una de las promesas con las que el MAS obtuvo su apoyo electoral. Se refieren a la otorgación a favor de sus organizaciones, de vastas tierras en el Tipnis a fin de ampliar los cultivos de sus afiliados.
Así las cosas, todo parece indicar que a las fuerzas gubernamentales no les será nada fácil seguir avanzando en su proyecto carretero. Insistir en ello no sólo que seguirá dañando su imagen nacional e internacional, sino que sentará las bases de enconos y resentimientos que luego será muy difícil revertir. Hacer un alto en el camino, por eso, es lo más recomendable.