El nuevo parto

El nuevo parto

Carlos D. Mesa Gisbert.- Brasil, Turquía, México, Grecia, Chile, Egipto, España… ¿Contra qué, contra quién, por qué? El debate sobre las ideas en las que nos hemos movido hasta hoy es claramente insuficiente. La gente está harta, pero no está muy claro de qué. Podríamos pensar que se trata simplemente de una lógica 'anti'. Están hartos del sistema ¿De qué sistema? De todos los sistemas. Ya no alcanza con decir que el capitalismo no funciona, o el socialismo. Tampoco es suficiente decir que lo que en realidad no funciona es el capitalismo salvaje o el socialismo real. Podríamos intentar ir más lejos y decir que la socialdemocracia se hunde, que los verdes comienzan a ser parte del sistema que combatían, que el ideal del estado de bienestar hace aguas, que la pobreza extrema es insostenible… Que la marginalidad, que la desigualdad, que la violencia desde la base y desde la cúpula de la sociedad, que los valores, o la falta de ellos. Todo eso es verdad, pero… La verdad objetiva es que hemos entrado en un pantano. Antes las preguntas eran contundentes y las respuestas más fáciles, por lo menos en la teoría. Hoy ni las preguntas están claras.
A muy pocos jóvenes les conmovería ahora un discurso de Ernesto "Che" Guevara, y la discusión sobre el socialismo en un solo país, o el comunismo como ideal para lograr un mundo mejor, les parecerían divagaciones. ¿Es la China ideada por Deng Xiaoping el modelo al que debemos aspirar? Un paseo por la "milla de oro" de Shanghai nos permite ver vitrinas de Versace y Louis Vuitton, Ferraris o Ducattis…. No, no parece razonable pensar que el ideal de los socialistas utópicos fuera esa extraña combinación entre partido único, dictadura política y liberalismo económico al mejor estilo estadounidense.
No, no es el debate que el mundo del siglo XXI se plantea.
Hace un par de días leía un análisis sobre el Brasil. La conclusión era que la Presidenta está acorralada y con la popularidad en caída libre, que Lula bendice a los manifestantes y que podría ser de nuevo la opción, pero que tal como van las cosas la ambientalista y ex PT Marina Silva, podría ser en realidad la respuesta a esta marea de descontento. Lo que no leí es porqué ocurre tal cosa ¿Es que acaso la señora Rousseff ha hecho un mal gobierno? ¿es que la situación económica del país es desastrosa? ¿está fuera de control? Sabemos contra qué y contra quienes está la gente, pero no sabemos el porqué de fondo.
Pero a su vez los jóvenes, a diferencia de sus antecesores, no tienen en la mano verdades reveladas, construcciones conceptuales definitivas. Ya no hay dogma que sirva, ni religioso, ni político, ni económico, ni social. Saben perfectamente lo que no quieren. Execran este "más de lo mismo" que nos está ahogando a todos, pero no tienen la capacidad de responder qué es exactamente lo que quieren. El camino, por ahora, aparece cerrado.
Mientras tanto algunos líderes políticos siguen enamorados de sus viejas ideologías, las que hicieron posible el actual socialismo latinoamericano (que funciona en una realidad capitalista brutal). Sus instrumentos conceptuales son los que aprendieron hace unas cuantas décadas y funcionan por algunas razones evidentes. Llegaron en el momento preciso. El modelo neoliberal (con variantes) se había agotado en sus propios excesos y dogmas. La bonanza económica cayó como maná del cielo. Los movimientos sociales acumulaban descontento de décadas y tenían un vigor renovado. La carga simbólica del cambio era un pilar muy poderoso.
Hoy, esos elementos acusan un dramático desgaste, salvo la economía que en la mayoría de los casos todavía los acompaña. La verdad es que la idealización de los movimientos sociales anclados en la tradición organizativa del siglo XX, fue excesiva, y el envilecimiento de su propio accionar está a la vista. De modo general, la corrupción ha atrapado a buena parte de esos adalides de la transformación, restándoles progresivamente su legitimidad de origen.
Los indignados mexicanos, chilenos o brasileños, de países que están en el rango de potencias mundiales o latinoamericanas, nacen de movimientos más vinculados a la clase media que a la base popular. Sus demandas en esencia están diciendo que no es esto que tienen o que les ofrecen lo que realmente quieren, y que por esta ruta que van, sienten que van al desastre.
Las instituciones republicanas, las ideas de democracia, las concepciones de la intermediación tanto partidaria como parlamentaria o sindical, no articulan. El instrumental no funciona, no representa, no es creíble.
Es un problema mayor. El recetario vigente no sirve y no hay ninguno nuevo a mano todavía. El horizonte parece teñido de nubarrones y la tormenta comenzó o se avizora ya y nuestros paraguas están desguasados.
Es tiempo de cambiar paradigmas. Se dice fácil, pero la realidad nos dice que este nuevo parto será especialmente doloroso.