La parte mejor

La parte mejor

Jesús Pérez Rodríguez.- Los sentimientos humanos como los espirituales necesitan expresarse con signos exteriores. Nadie puede adivinar qué pasa en el corazón del otro. Nuestras acciones externas van manifestando poco a poco a los demás qué pensamos, qué queremos, qué sentimos. Sin celebraciones patrióticas, el patriotismo pronto llegaría a decaer. Así mismo, sucede en nuestras relaciones de cercanía a los demás como en la vida de la fe. Por ello necesitamos para perseverar en la fe no solo profundidad y vivencia interior, sino ritos y ceremonias externas. ¿Acaso somos ángeles? El domingo pasado había una lección grande para la comunidad eclesial en la parábola que Lucas nos regaló en el buen samaritano. Hoy tenemos la enseñanza de la hospitalidad personificada Marta y María preparada por lo que escuchamos en la primera lectura tomada del Génesis donde Abrahán da hospedaje a aquellos tres misteriosos personajes que a la vez aparecen como uno solo.
María aparece como modelo de la verdadera acogida u hospitalidad. Pues ella supo unir la hospitalidad a la escucha de la Palabra. Al terminar la parábola del buen samaritano Jesús da una consigna: "anda y haz tu lo mismo" (Lc 10,37). Hoy también tenemos una buena lección que nos enseñó Jesús: "Marta, Marta, mucho te afanas, María escogió la parte mejor" (Lc 10,41).
¿Cuál fue el error de Marta? Jesús con toda claridad le dice que está muy afanada por muchas cosas. Ha perdido la serenidad con las preocupaciones de preparar la comida y deja de un lado la presencia del Señor. Se está preocupando demasiado por tantas cosas secundarias y descuida lo esencial. El escuchar y compartir con Jesús es lo más importante.
María se sentó a los pies de Jesús para escucharle, esta es "la mejor parte". La actividad febril de María hay que entenderla y podemos afirmar que la queja de Marta es razonable. No es desautorizada Marta, pero es aleccionada. Jesús quiere dar una lección que vale para nosotros, que ya no podemos acoger a Jesús en la forma de María, sino en la actitud de escucha de la Palabra. Dios sigue hablándonos hoy día al corazón, en las necesidades de los pobres, enfermos, faltos de justicia. Dios nos habla sobre todo a través de su palabra.
En el pasaje de Abrahán, él organiza todo muy bien, va, viene. Pero está el detalle muy significativo, aunque se diferencie del de Marta. Abrahán se quedó de pie, mientras los misteriosos invitados comieron la comida que había preparado. El detalle está en que no solo dio la comida sino que se dio él mismo con su presencia. Eso le faltó a Marta. Las cosas –la comida– es importante pero muchísimo más importante son las personas. Las cosas pasan pero la gente dura para siempre. María escogió la parte mejor, la gente, la persona de Jesús. Desde Jesús, María, se dedicaría a la acción. Pienso que María formaría parte del grupo que apoyaría las correrías apostólicas de Jesús.
Tenemos que cuidar de no oponer a estas dos hermanas. Marta y María, como símbolos de la "acción" y de la "contemplación". Esto porque Cristo no desautoriza la acción. Cristo tantas veces recomienda la acción, como el domingo pasado –"vete y haz tu lo mismo"– también la oración, sobre todo el evangelista Lucas nos presenta a Jesús orando. Hoy, Cristo nos invita a escucharlo, a estar con él en la escucha de la Palabra.
La contemplación y la acción por Cristo solamente adquieren valor desde la fe ante Cristo. Él nos sale al encuentro con la Palabra. Por ello, debemos aprender a concuasar las dos cosas: la oración contemplativa y la acción caritativa. Para llegar a esta profunda unidad hay que escuchar la Palabra del Maestro, Cristo, con fe. Sobre todo en este Año de la Fe convocados por Benedicto XVI a redescubrir la fe.
La Sagrada Eucaristía o misa tiene como primera parte la Liturgia de la Palabra, en la cual se nos invita como hizo María escuchar en silencio lo que Dios quiere decirnos. Esto hará que después de la celebración nos ayude, tanto en la oración personal, en la interpretación desde la fe de los variados acontecimientos de nuestra vida.
Cristo buscó momentos de oración personal y asistía a los momentos comunitarios en la sinagoga y en el templo, para comunicarse con el Padre. Sabía dejar la acción. La advertencia a Marta es una llamada para todos nosotros que queremos ser discípulos de Jesús. Es necesario superar el activismo desmesurado para avivar y revivir la fe en el encuentro con Dios en la oración.