EDITORIAL
YPFB, de los anuncios a la realidad
YPFB, de los anuncios a la realidad
La falta de correspondencia entre los anuncios y la realidad confirma que YPFB requiere con suma urgencia una inyección de transparencia
Con cierta frecuencia, por lo general al promediar la estación invernal, en las principales ciudades de nuestro país comienza a sufrirse la escasez de Gas Licuado de Petróleo (GLP). Y con la misma regularidad, año tras año, los ejecutivos de YPFB recurren a las mismas explicaciones en un vano afán por justificar tal situación y para liberarse a sí mismos de toda responsabilidad.
Paradójicamente, en lo que parece una cruel ironía, la escasez de GLP, y así como la de gas natural, suele coincidir con las arremetidas propagandísticas sobre los éxitos de la “nacionalización” de los hidrocarburos. “Desde este mes, la producción nacional de Gas Licuado de Petróleo abastece la demanda interna del energético, lo que permitirá destinar los excedentes a la exportación, y en diciembre, Bolivia enviará las primeras 1.000 toneladas métricas (TM) al mercado externo” dijeron las autoridades gubernamentales en noviembre pasado. Y más recientemente, en mayo, con gran despliegue publicitario, confirmaron que nuestro país ya podía ser declarado autosuficiente, pues no sólo que ya no sería necesario recurrir a la importación de GLP para satisfacer la demanda interna, sino que a partir de este mes de julio se iniciaría la exportación a Paraguay de 5.500 toneladas métricas (TM) de ese combustible.
Siendo tan notoria la diferencia entre los anuncios gubernamentales y la realidad que sufren quienes requieren GLP para realizar con normalidad sus actividades domésticas y económicas, las justificaciones de las autoridades del sector resultan del todo insuficientes. Mucho más creíbles resultan las explicaciones que brindan expertos en materia hidrocarburífera, según quienes esta es sólo una más de las muchas maneras como se manifiesta la pésima manera como está siendo administrada la empresa estatal del petróleo y el sector en general, dando prioridad a criterios políticos y propagandísticos, descuidando irresponsablemente los técnicos, a la hora de tomar decisiones.
Un ejemplo de lo dicho es la escenificación que se montó el 1 de mayo pasado cuando con gran solemnidad y despliegue propagandístico se inauguró la planta de separación de líquidos de Río Grande. Era un acto engañoso, pues la planta no estaba lista para empezar a producir, como luego se pudo constatar.
El caso de la planta Río Grande, con todo lo revelador que es de la manera como las autoridades de YPFB se engañan a sí mismas y de paso engañan al país, no es el único. La misma tendencia a ocultar la verdad, a confundir los buenos deseos con la realidad y a alimentar expectativas infundadas se puede ver a lo largo de toda la cadena hidrocarburífera, la que va desde la atracción de inversiones hasta la distribución del producto final en el mercado interno.
Dar a YPFB una inyección de transparencia; restablecer los criterios técnicos sobre los políticos, son algunas de las fórmulas que con insistencia se sugieren para rectificar el rumbo actual. Es de esperar que antes de que la situación empeore, se atiendan esas recomendaciones.
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