LA NOTICIA DE PERFIL
Preparados para una guerra
Preparados para una guerra
Paulovich.- C uando mi pariente espiritual me propuso retornar inmediatamente a Quillacollo para continuar con nuestras tareas relativas a la preparación de la Fiesta de Urkupiña, yo me negué valientemente al olfatear la noticia de que mis servicios podrían ser necesarios para defender nuestro territorio patrio.
Ella me recordó que las noticias de ese día señalaban la amenaza norteamericana a Venezuela en caso de que este país otorgara asilo diplomático al espía Snowden.
La cholita cochabambina (que es más inteligente que yo) me pidió que recapacitara para así comprender que ese sería un problema entre los países mencionados y que Bolivia no tenía nada que ver, o sea, que yo no “tenía vela en ese entierro”, como decimos los cholos.
Me pareció que mi comadre, en su afán de residenciarme otra vez en Quillacollo olvidaba la alianza indestructible entre Venezuela y Bolivia, fortalecida más aún, desde la muerte del comandante Chávez quien no dejó claras las cuentas entre su país y el nuestro, lo cual nos obligaría a estar siempre unidos con el país caribeño que amarró a Evo Morales entre los dolientes más afligidos.
Cansada de mis consideraciones teóricas, la cholita me dijo: “¡Basta ya de sus consideraciones teóricas pues usted compadre, volverá conmigo a Quillacollo porque tiene deudas pendientes que le mantienen encadenado a mí hasta que me pueda pagar el último centavo!”
Ante una lógica tan cruel resolví retornar a Quillacollo con ella, no sin antes prevenirle que retornaría a La Paz en caso de que nuestro presidente Evo concediera asilo diplomático al famoso espía norteamericano.
Ya en el pueblo de Macacha, revelé a mi comadre que me preocupa mucho saber que nuestro Presidente vitalicio ordenó a nuestras Fuerzas Armadas trasladar todos sus efectivos a las extensas fronteras que hasta ayer se hallaban desprotegidas y que mucho me temía que a continuación Snowden fuera invitado a asilarse en Bolivia, por lo cual la amenaza contra Venezuela se trasladaría a Bolivia.
Ante mis trágicos presagios, mi comadre y dadivosa prestamista lanzó una carcajada y me acusó de ser un “chusuprofeta” que no sucedería nada malo en nuestro país, al menos hasta que lleguen los aviones de lujo que el Gobierno acaba de adquirir, para que todos los principales personajes pudieran gozar de aviones y helicópteros sin sufrir mayor peligro.
Mientras algunos quieren provocar una guerra contra el Imperio, mi comadre y yo damos los últimos toques organizativos a la espectacular entrada de Urkupiña que se realizará el 14 del próximo mes. ¡Viva la Entrada de Urkupiña, no a las provocaciones ni a las guerritas!
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