La ciudad es la que pierde
La ciudad es la que pierde
Gastón Solares Ávila.- Todos saben que el éxito pertenece a la gente trabajadora y que es resultado de esfuerzos compartidos. En el caso de las obras municipales, ese esfuerzo compartido debe empezar por concejales y alcalde y su ejemplo será con seguridad imitado por el personal subalterno. La eficiencia se mide por los logros que se alcanzan y la iniciativa es el punto de partida más importante para iniciar obras que perduren y que sirvan a los ciudadanos.
Sucre es ciertamente una ciudad privilegiada, tiene historia y tradiciones y su patrimonio es envidiable. Parece que no nos diéramos cuenta del valor de nuestra riqueza arquitectónica, que no se agota y puede ser explotada indefinidamente siempre y cuando, claro está, sepamos conservarla, lo que no está ocurriendo.
Estamos a punto de cambiar nuestra característica de ciudad blanca, por la de ciudad roja, la del ladrillo, habiendo técnicas que hacen posible, a bajo costo, revertir esta situación.
Con los problemas que tiene la Alcaldía, en gran mayoría originados por intereses políticos y personales, las soluciones no son fáciles. Sigue la pulseta entre concejales y ejecutivo y la perdedora eterna es la ciudad. Tarde o temprano tendrá que llegar el momento en que el pueblo los obligue a trabajar en armonía y a dedicarse a su específica función El Comité Cívico hubiera podido tomar la iniciativa, pero está desaparecido. Sólo abrió la boca en el tema de la Terminal de Buses ¿curioso, verdad?
Si se repararan aceras y calzadas, si se cambiaran las calaminas por teja colonial, si se volviera al color blanco, si se obligara a terminar las edificaciones inconclusas, si se impulsara la ampliación y modernización de las entradas a la ciudad, especialmente en la de Cochabamba en la que el caos, la basura y el abandono rodean al Parque Cretácico, de enorme atracción turística, se daría un gran paso, pero todo es si se hiciera esto o si se hiciera esto otro, siempre el si se hiciera, pero no se hace. Ni siquiera se empieza.
Las campañas son absolutamente desconocidas en nuestro Municipio. En Santa Cruz y La Paz, tienen éxito demostrado. Las famosas cebras paceñas, conocidas nacionalmente, son un ejemplo y siguen trabajando para alcanzar su objetivo, y lo están haciendo. En Sucre aparecieron unas pocas, para realizar un trabajo tan interrumpido que el esfuerzo no ha servido para nada. No hay capacidad para terminar lo que se comienza, todas son soluciones para salir del paso. Las autoridades municipales precisan con urgencia tomar un curso de “Administración por objetivos”.
La iluminación de monumentos, de los tantos que tenemos, se ha perdido y lo que queda es la prueba nocturna de nuestra ineficiencia. Después de la inauguración en el lejano 1975, en ocasión del Sesquicentenario, se hizo muy poco, aunque hay excepciones como la del hoy llamado Tribunal Supremo de la Nación, la antigua Corte Suprema de Justicia. La que en peor estado se encuentra es nuestra emblemática Catedral, a la que le queda un loco reflector alumbrando a ninguna parte.
Siempre hay una explicación que trata de justificar lo injustificable, en lugar de que exista la capacidad para encontrar una solución que permita hacer gestión, coordinando acciones entre los involucrados, en este caso la Iglesia Católica, pero es el Municipio el que tiene que tomar la iniciativa. A su cargo está la ciudad.
En la Paz, por ejemplo, se han iluminado los puentes trillizos con financiamiento y regalo internacional. ¿Los financiadores habrán actuado de comedidos, sin que nadie haya hecho nada? Los edificios, como el del Palacio Legislativo, ¿estarán siendo iluminados con presupuestos de cada institución, o habrá intervención municipal?
Buscar respuestas a estas preguntas, pudiera llevarnos a imitar lo bueno, ya que parece que, como lo prueban las entrevistas televisivas, los concejales están dedicados a sus problemas personales y partidarios, denuncias de corrupción, alianzas y estrategias para ocupar los puestos jerárquicos, comprobándose, una vez más, que la que pierde es siempre la ciudad.
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