La república fracturada
La república fracturada
Juan José Bonifaz B..- Los chuquisaqueños, cuya vocación invariable es el amor a su tierra y la libertad, en esta fecha cívica, no pueden justificar un Estado de contradicciones, sin identidad, sin democracia, sin verdad; víctima de toda forma de excesos y engaños. Esta república sólo podrá lograr un cambio con una generación de bolivianos auténticos, no contaminados con los vicios y los atractivos de una vida carente de valores y civismo.
Nos preguntamos: ¿Somos una generación que no ha podido sentar las bases de un país con valores morales y cívicos, al extremo de permitir que políticos populistas, proclamen obsoleta la República, sus instituciones, símbolos y valores creados en 1825, y la reemplacen con los de un Estado disgregador experimental? ¿Hemos generado un Estado penetrado por la corrupción, la informalidad y el atraso, un Estado que se jacta de proteger los derechos, los valores humanos y los recursos naturales y de manera sistemática, desarrolla acciones que van en contra de los intereses nacionales? ¿Una sociedad mal educada, donde se fomenta la informalidad y el materialismo, fuente del malestar social y la pobreza de nuestro tiempo?
Somos víctimas de una gran impostura, en la que acabamos siendo cómplices nosotros mismos. Unos por temor e indiferencia, por ventajas y prebendas otros, y por falta de información e ignorancia los más. De ahí que, para mejorar nuestra situación, debemos convencernos que la lógica de desarrollo de esta región Sur, al ser diferente al resto del país, debe ser un ejemplo para las demás regiones. Para lograr un cambio real y de perspectiva, es necesaria una actitud renovada, basada en una agenda del eje Sur, fruto de alianzas departamentales, intereses comunes y recursos compartidos; debemos preparar un proceso hacia un estado cuyas políticas de complementación eviten burocracias improductivas localistas y corruptas. Fortalecer las instituciones y mejorar nuestra capacidad negociadora, porque sus potenciales no pueden seguir siendo una ilusión recurrente, y por el contrario, deben constituir el factor activador de un proceso de desarrollo real y sostenido sin prejuicios, y con sentido integrador para beneficio de nuestros habitantes.
En Bolivia, la ex Intendencia de La Plata, es una región geoeconómica y geopolítica rica en recursos naturales y de una ubicación estratégica entre dos grandes cuencas hidrográficas. El Mutún y el gran potencial minero, el litio y los hidrocarburos, el Chaco y su potencial agropecuario; lo integran: Chuquisaca, Potosí, Santa Cruz y Tarija, una región que no ha jugado aún su destino histórico y sigue subsidiando al poder central, mientras está irracionalmente confrontada por pequeños intereses locales, en una actitud dispersa e inorgánica que sólo recibe dádivas y reveses del poder central; sin embargo, contribuye de manera determinante a su subsistencia. En esta zona están los mejores pasos hacia el Pacífico y el Atlántico; están ahí las costas bolivianas cautivas; por tanto, Argentina, Chile y Brasil resultan socios indispensables, situación que por el contrario, no interesa al centralismo que históricamente apunta a otra dirección.
Los nuevos líderes regionales deben construir sobre las bases originales de la República, proyectándose al futuro con la conformación de economías complementarias internas y externas, basadas en el equilibrio y la justicia, abandonando criterios rentistas y localismos; procurando soluciones civilizadas y equitativas que podrán consistir en crear zonas estratégicas de aprovechamiento compartido por dos o más departamentos, creando antecedentes constructivos para la solución de futuros conflictos limítrofes, económicos y políticos, cumpliendo con el mandato de los fundadores que no han sido recogidos hasta hoy.
Es necesario recordar que nunca bajo ningún pretexto, pactaremos con un poder despótico, que desconozca la unidad de la República y sus derechos fundamentales -y tampoco- con el despotismo espiritual que encadena la conciencia y el pensamiento. Esta región es la providencial síntesis de Bolivia, la depositaria de sus valores y legítima defensora de sus derechos y libertad.
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