EDITORIAL
Las tan anunciadas inversiones rusas
Las tan anunciadas inversiones rusas
Más allá del entusiasmo de unos y el escepticismo de otros, serán los resultados los que digan si esta vez son serias las propuestas rusas
En medio de una enorme expectativa, y teniendo como telón de fondo la reciente visita del presidente Evo Morales a Moscú, se ha firmado un contrato entre Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) y las compañías Gazprom, de Rusia, y la francesa Total. El acto, profusamente publicitado por el gobierno, ha sido presentado como la inauguración de una nueva etapa en la que, ahora sí, las inversiones rusas se sumarán a las de las otras 12 empresas multinacionales que han suscrito contratos con el Estado boliviano.
Por lo que se ha informado, el contrato obliga a Gazprom y a Total a invertir un total de 130 millones de dólares para explorar en Bolivia el bloque Azero, en el límite entre Chuquisaca y Santa Cruz, un área que ya es reconocida como una de las de mayor potencial hidrocarburífero del territorio nacional. Son pues muchas las expectativas que las empresas inversoras y YPFB han puesto en la posibilidad de que los trabajos exploratorios resulten exitosos.
De acuerdo a los términos del contrato, en su primera fase de aplicación, ambas empresas asumirán íntegramente el riesgo. Y, en el eventual caso de que las exploraciones resulten exitosas, recién se constituirá una sociedad mixta en la que YPFB tendrá una participación del 55% y las dos empresas extranjeras el 45%.
Contrastando con el entusiasmo gubernamental, el anuncio ha sido recibido con altas dosis de escepticismo por expertos en materia hidrocarburífera que no se cansan de poner en duda la eficiencia de la manera como el Estado boliviano está afrontando tan importante asunto. Para respaldar su cautela, recuerdan que no es ésta la primera vez que Gazprom se compromete a hacer grandes inversiones en nuestro país sin que ninguna de ellas haya pasado del plano de las intenciones al de los hechos. Y advierten, además, que las más recientes expresiones rusas de interés por nuestro país estarían inspiradas más en razones geopolíticas circunstanciales que en proyectos empresariales de largo aliento.
Cabe recordar al respecto que ya en febrero de 2009 se suscribió un convenio entre el Instituto de Investigación Científica de Gases Naturales y Tecnologías del Gas (VNIIGAZ), filial de Gazprom y YPFB, que bajo el rótulo de "Esquema General de Desarrollo de la Industria del Gas de la República de Bolivia hasta 2030" transfirió al Estado ruso la responsabilidad de participar en el diseño de la política hidrocarburífera nacional sin que nunca se hayan conocido los resultados de tales estudios. Después de tan importante convenio, nada serio pasó pero fueron muchas las ocasiones en las que se hicieron anuncios de buenas intenciones.
Con esos antecedentes, resulta comprensible que quienes consideran que más importantes que los efectos propagandísticos son los resultados prácticos y concretos hayan optado por la cautela antes que reincidir en el prematuro entusiasmo. De cualquier modo, será el tiempo, y esperemos que no muy lejano, el que a través de los resultados obtenidos diga si esta vez las promesas de inversiones rusas pueden ser tomadas en serio.
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