EDITORIAL
Una intención positiva
Una intención positiva
Es de esperar, pues, que el pedido presidencial de trabajar en forma conjunta con la oposición en determinados temas que afecten a la gente, se consolide
En la conmemoración de los 137 años de creación de la provincia Gran Chaco, el Presidente del Estado Plurinacional manifestó la necesidad de trabajar junto a los sectores de oposición por el “bien de la población”, pues, de acuerdo a su criterio, “una cosa son las elecciones” en las que “hay propuestas, diferencias” más allá de las cuales estarían obligados a trabajar en conjunto para atender las demandas de la ciudadanía.
Esta declaración constituye un acierto y una actitud que se circunscribe dentro del buen gobierno en democracia, pues implica que autoridades y dirigentes políticos necesariamente trabajen de manera colectiva en la búsqueda del progreso y el bienestar común, más allá de las diferencias ideológicas, y ni qué decir de posibles enconos personales.
Es que en democracia se debe asumir que todas las voces son importantes y pueden poseer algo de razón, por lo que es imprescindible escucharlas y acudir, de manera conjunta, a toda oportunidad de aunar esfuerzos para combatir los profundos problemas que aquejan a la sociedad.
Evidentemente, estos esfuerzos deben respetar las legítimas diferencias en lo que se refiere a los estilos y métodos que cada corriente política tiene para llevarlos adelante, pero debe existir un consenso común en torno a la necesidad de superar los problemas urgentes que afectan a una sociedad como la nuestra, fundamentalmente la pobreza y la falta de equidad, que, para ser erradicadas requieren de la creatividad y el ímpetu de todos.
No es difícil percatarse de que cuando el mundo político se enfrasca en confrontaciones, odios e intolerancia, es la ciudadanía la que paga el precio, puesto que, por un lado, la misma población toma partido por los dirigentes de su preferencia, replicando la guerra política en el campo ciudadano y promoviendo el surgimiento de la agresión y la discriminación política. Por el otro, mientras políticos y autoridades invierten sus energías en destruirse unos a otros, las necesidades de la población se mantienen insatisfechas y en progresivo empeoramiento.
En este sentido, las declaraciones del Primer Mandatario expresan la esencia de la práctica democrática, y si es seguida por el resto de los líderes y dirigentes políticos, se podría avizorar un horizonte distinto al que hemos visto en los últimos años, y pensar en que una nueva tónica de construcción plural, dentro de la diversidad ideológica, es posible.
El desafío, como hemos insistido desde varios escenarios en los últimos años, es que esta oferta de trabajo conjunto entre oficialismo y oposición en temas que trascienden las diferencias ideológico-políticas se transforme en hechos concretos. Sólo así se consolidará la democracia en el país, sistema que legitima las divergencias en una libre competición en la que quien piensa distinto no es un enemigo sino un adversario con el que, en determinadas circunstancias, se puede y debe establecer acuerdos.
Es de esperar, pues, que el pedido presidencial de trabajar en forma conjunta con la oposición en determinados temas que afecten a la gente se consolide, y no sea que las corrientes autoritarias que conviven en el partido de gobierno reviertan esa voluntad.
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