Hay gustos que merecen palos

Hay gustos que merecen palos

Gastón Solares Ávila.- Mientras existen esfuerzos aislados de instituciones ajenas a la administración municipal para preservar el patrimonio arquitectónico de nuestra ciudad, quienes tienen poder de decisión y han sido elegidos o nombrados para cumplir con esa misión, parece que hicieran lo contrario.
Desde hace muchos años, la ciudad está en decadencia y resolver sus problemas se hace, por tanto, más difícil. La otrora ciudad blanca y limpia ha perdido esas características o las ha cedido a otras ciudades bolivianas, cuyas autoridades han tenido más decisión o más capacidad que las nuestras.
Nadie reacciona ante esta lamentable situación y menos un comité cívico que prácticamente no existe, pues parece que sus actuales dirigentes creen que su labor tiene que ser de oposición al gobierno, lo que no es verdad. El objetivo es defender los intereses de la ciudad y del Departamento.
La Casa de la Libertad, el Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho, CAINCO, El Automóvil Club Boliviano Filial Sucre, el Círculo de Cultura Hispánica, la Fundación Malinas Sucre, y otras que se están sumando, bajo la iniciativa de la Sociedad Geográfica y de Historia Sucre, han logrado que la Universidad, dentro de la que está también la Federación Universitaria Local, acepte liderar el grupo que ha adoptado el nombre de Comité Custodio de la Arquitectura Patrimonial de la Ciudad. La organización está en marcha.
Para que los lectores capten la idea en su verdadera intención, es necesario aclarar que lo que se pretende es cooperar, con criterio profesional, en las medidas que se deben tomar para evitar que el deterioro continúe. Se apoyará la gestión y se tratará de persuadir a las autoridades para que se dejen ayudar, para lo que tienen que dejar su soberbia creyendo que lo saben todo y que no precisan la ayuda de nadie. Hay que exigirles coordinación, respeto a la opinión de los ciudadanos y de las instituciones y pedirles que dejen sus problemas políticos sectarios, para ocuparse de cumplir su obligación.
Como la imagen de la ciudad tiene que ser responsabilidad compartida, se buscará también la ayuda de la Gobernación, para que las autoridades de la dirección de turismo intervengan en esta cruzada, sobre todo en los aspectos relacionados con el anuncio de consolidar un complejo turístico patrimonial de lujo, como se difundió por la prensa el viernes 20 de julio de 2012; es decir, hace más de un año. La Florida, el castillo de La Glorieta y el Centro de Convenciones, eran la base de un ambicioso y bello proyecto.
Para justificar el título de esta nota y como para muestra basta un botón, es necesario citar algún ejemplo y hay uno reciente, es el caso de la Plazuela Tarija. Cuando se inició el trabajo de remodelación hubo entusiasmo, pero lo que se ha hecho a tres o cuatro cuadras de la Plaza Principal es un atentado al buen gusto, por decir lo menos. Han convertido la plaza Tarija en una ferretería con tubos mal soldados, que nada tienen que ver con el estilo del centro histórico, a la que se han añadido luminarias que tampoco son las adecuadas para la zona, soportadas por otros tubos, diferentes a los de las tremendas barandas que se supone son para proteger los jardines que por lo menos de momento no existen y que tienen apariencia de espaldares de catres.
Si los arquitectos actuales quieren dar rienda suelta a su imaginación, a su creatividad y a su modernismo, tienen derecho de hacerlo, pero que busquen lugares alejados del centro histórico que es el que nos ha dado el título de Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad, lo que se debe respetar para no perderlo.
Los trámites en el PRAHS tardan meses. Esa repartición es conocida como la oficina “tranca”, se mete a observar todo en construcciones inclusive alejadas del centro, pero no hace ni dice nada en casos importantes como el que se comenta en esta nota y que ha sido criticado inclusive por el Colegio de Arquitectos., ¿Cómo justifica su existencia?
Si a alguna persona le parece bien el trabajo hecho en la Plaza Tarija, le caerá como anillo al dedo el título de esta nota: “Hay gustos que merecen palos”.