A OJOS VISTA
El Cerro Rico se nos muere
El Cerro Rico se nos muere
Mario Mamani Morales.- Después de la fiesta que se vivió en Potosí como centro de los actos de homenaje a Bolivia, vuelve la cotidianidad y en ella la total destrucción del Cerro Rico, hecho del que los visitantes ni se dieron cuenta o simplemente ignoraron, pues tenían la atención puesta en todo, menos en la Montaña de Plata que fue testigo de la lucha por la independencia y fue aporte vital para el sustento de la nueva República que nacía el 6 de Agosto de 1825.
Inclusive el propio presidente del Estado, Evo Morales, ascendió hasta el Cerro Chico, pronunció un discurso, pero ni hizo mención al estado de franca destrucción del Coloso de América, hecho que es una clara evidencia de que no hay más ciego que aquel que no quiere ver.
El Mensajero de la Paz queda en devastación, perdió totalmente su imponente forma cónica, sus enemigos inmisericordes socavan el mismo corazón del “P’hotjsi”, justo detrás del Cerro Chico, allí donde hay un boquete inmenso abierto a cielo rajo. Las autoridades nacionales y los propios miembros de las Fuerzas Armadas seguro ni se interesaron en ser acuciosos en el entorno.
Orientado hacia la plaza de la ciudad, para mostrar al Cerro atractivo para los citadinos, sus destructores colocaron postes con focos que en horas de la noche muestra una apariencia hipócrita; pero desde más arriba de la plaza “25 de Mayo”, ver al “Wila Kollo” no es nada atractivo, ni de día ni de noche, pues quienes nacieron en sus faldas y ya van cargando algunos años en la espalda, sienten la impotencia de no poder ser escuchados en el clamor para su preservación.
A manera de paseo y curiosidad, amigo lector, sería bueno que se diera una vueltita por el nuevo barrio “Alto Potosí”–ahí justo en las ex canterías, otro lugar de historia que ha sido destruido y sobre sus piedras se levantan modernas casas– y de esta parte observar al “Sumaj Orcko” y testificar que en la topografía sureste la destrucción es fatal; es más, con el sol en el horizonte de la tarde, es sólo sombra y oscuridad que reciben los escombros, los desmontes y las bocaminas que allí son vestigios.
En la parte sur, la situación es peor, empresas gigantescas instaladas en la misma falda, trabajando las 24 horas con tecnología de punta, miles de toneladas trasladadas al ingenio en gigantescos volquetes y luego a los vagones de tren; el trabajo fue intenso aún en los días festivos de Aniversario Patrio, tal vez para despistar a los curiosos. Sería interesante averiguar cuántos furgones fueron llenados de mineral precisamente en esos días.
La prensa y algunas emisoras de radio publican que se aguarda un informe de las autoridades nacionales sobre el Cerro Rico. ¿Qué se espera de ello? ¿Cuánto de cemento se requerirá para devolverle su forma cónica? ¿Cuánto más cobrará la empresa constructora para el concreto? ¿En qué tiempo volverán a desaparecer los nuevos desmontes? ¿Datos precisos sobre los nuevos millonarios a costa del Cerro y la mano de obra que explotan? ¿Sobre los lingotes de plata que la ciudadanía ni conoce? ¿Cuánto serán las facturas para los costos de publicidad para decir que se trabaja a favor de Potosí? ¿La platería que alguna empresa apoya y a qué costo en relación a sus ganancias?
Señores, el Cerro Rico de Potosí se destruye y la situación parece no importar a nadie; mientras esto sea así, el trabajo a rajo abierto e inmisericorde borrará de la faz de la tierra al “Rey de los Montes y envidia de los reyes” o ¿existen acuerdos secretos en niveles altos de decisión para erradicar este símbolo de la humanidad?
Aquí es imprescindible y urgente reclamar una política de Estado respecto al futuro de este Coloso; debe y tiene que importar no sólo a los bolivianos, sino a todo el orbe, pues no debe haber región en el mundo que no deba algo a la riqueza extraída de este Cerro. La corresponsabilidad para su preservación exige que se dejen de lado las componendas políticas y que a nombre de “hermano minero”, se mire con pasividad la destrucción de un emblema que a más del guardatojo que se pasea en los pasillos de Palacio y la Asamblea Plurinacional, nos convierta en cómplices.
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