EDITORIAL

Una ausencia inexplicable

Una ausencia inexplicable

Una vez más la ausencia de una representación en Paraguay confirma que la Cancillería ha abdicado de su papel de dirección de la política exterior del país

Paraguay tiene, desde hoy, un nuevo presidente, Horacio Cartes, quien luego de una difícil transición política emergente de la constitucional pero inoportuna destitución del ex mandatario Fernando Lugo en junio de 2012, ganó en unas elecciones calificadas como libres, plurales y transparentes, y ayer asumió el mando de su nación, acompañado, entre otros, de los presidentes de las naciones vecinas más cercanas, con una sola excepción: la del mandatario boliviano.
Se trata, sin duda, de una injustificada ausencia si se analiza las relaciones del país con Paraguay desde la perspectiva boliviana. Desde la recuperación democrática de ambas naciones, se construyó una sólida relación que logró restañar las heridas abiertas por la ya lejana Guerra del Chaco y, hasta ahora, hubo una decisión de los gobiernos que se sucedieron de desarrollar proyectos bilaterales que beneficien a los dos pueblos.
Este proceso podría paralizarse si se mantiene como prioridad la visión ideológica que ya ha hecho bastante daño a las relaciones incluso antes de la destitución del ex presidente Lugo y se agravaron con ese hecho, pues Bolivia se sumó a la decisión de la Unión de Naciones del Sur (Unasur) que, como lo hicieron los gobiernos del Mercado Común del Sur (Mercosur), abiertamente presionados por Venezuela, suspendieron la participación de Paraguay en ambos grupos hasta que se realicen elecciones presidenciales.
Además, en el caso de Mercosur se aprovechó esta situación para aceptar el ingreso de Venezuela, el mismo que estaba vetado por el Senado paraguayo arguyendo principios democráticos. Suspendido Paraguay, los gobiernos de Uruguay, Argentina y Brasil cedieron a las presiones del entonces presidente Hugo Chávez y aceptaron su ingreso a Mercosur.
Paraguay resistió esta afrenta y una vez realizadas las elecciones comenzaron las negociaciones para su retorno a Mercosur y Unasur. Pero, en el primer caso, hubo un nuevo desplante al aceptar que el actual mandatario venezolano asuma la presidencia pro tempore de grupo, rechazando, en aras a un respeto escrupuloso a la rotación alfabética de esa responsabilidad, el reclamo paraguayo pues, además del ingreso irregular de Venezuela al Mercosur, sus autoridades acusaron al actual mandatario venezolano, que cuando se destituyó a Lugo fungía como Canciller, de presionar a jefes de las Fuerzas Armadas de Paraguay a rebelarse en contra de la decisión congresal y en ese ámbito fue declarado persona non grata.
Dado ese complejo escenario, se comprende que el mandatario venezolano no haya sido invitado a la posesión del presidente Cartes. Lo que es difícil entender, si se analiza el tema desde la perspectiva del interés nacional, es que Bolivia no esté presente en los actos de posesión del nuevo mandatario –presencia que no implica adhesión ideológica alguna–, aparentemente en solidaridad con el presidente venezolano, actitud similar a la adoptada por el Presidente de Ecuador, país que, en todo caso, no tiene frontera con Paraguay.
Habrá que insistir, pues, en que las relaciones exteriores del país no pueden ser manejadas desde ópticas exclusivamente ideológico-políticas o personales, sino desde la perspectiva de los intereses del país. Lamentablemente, una vez más la Cancillería boliviana ha abdicado de su papel de dirección de la política exterior del país.