BARLAMENTOS

Penderejiles, mentiras e ignorancia

Penderejiles, mentiras e ignorancia

Winston Estremadoiro.- Todas las personas en todas las ciudades en todos los países deben hacerse la pregunta de Mario Vargas Llosa en “Conversación en la Catedral”: ¿en qué momento se había jodido el Perú? En qué tiempo se jodió Bolivia es cuestión que me acongoja, quizá por la desazón que apareada a depresión de los años, me impele a contemplar con ojos críticos y pesimistas la realidad actual del país. Quizá no entiendo cómo deslucimos logros, como haber sido nido de Academia Carolina que en época colonial nutrió a libertarios y cimentadores de la organización de varias patrias. Tal vez me falta lectura para aclarar por qué un país que fuera llamado la “Prusia americana” por sus leyes y su ejército triunfador en pleitos vecinos, acabó sin mar ni acceso fluvial al océano y con la mitad de su territorio.
Dicen que la historia la escriben los vencedores. Pues bien, creo que mucha de la saga boliviana refleja el triunfo de los antihéroes y la victoria de la mentira, hecha fácil por la ignorancia de su pueblo.
¿Por qué terminaron sus días héroes bolivianos, como Esteban Arce, triunfador en Aroma, con fiebre amarilla en Santa Ana del Yacuma; Andrés de Santa Cruz, arquitecto de una Bolivia ejemplar, que languideció en Francia; José Ballivián, salvador de la patria en Ingavi, enfermo moribundo en Brasil? ¿A quién tapujó el asesinato de Daza, cuando retornaba al país para develar su verdad? ¿Por qué Toro, de la retirada de Picuiba, llegó a Presidente, y no Bilbao Rioja de la defensa victoriosa de km 7 y Villamontes?
Los riberalteños ponderan su ancha avenida Beni-Mamoré, asfaltada y repleta de ruidosas motos. Como muchas obras bolivianas, quizá programada para durar poco y volver a pavimentarse en beneficio del corrupto de turno. Se ignora que allí se organizó la Columna Porvenir, aviada –¡horror!– por el capitalista Nicolás Suárez. Se rescató la Barraca Bahía, hoy Cobija, antes que llegasen tropas regulares de La Paz.
¿Cuántos de mis coterráneos sabrán que la Beni-Mamoré era punta de riel del FFCC Madeira- Mamoré, que cruzaría el río por un puente en Guayaramerín, discurrir 90 kilómetros de allí a Riberalta, y empalmar con otro que llegara de La Paz? Menos bolivianos saben que fue pago parcial por el Acre. La marmaja brasileña fue traspasada a financiar otro ‘tren de la muerte’, el Corumbá-Santa Cruz, por el Acuerdo de Roboré en 1958.
La actual tragicomedia boliviana está repleta de situaciones que corresponde analizar. Algunos ejemplos. El malgasto en cambiar el nombre de la República de Bolivia por el de Estado Plurinacional. El resbalón del adalid mundial de la Madre Tierra, a la luz del atropello de los indígenas del Tipnis. ¿Era mejor el imaginario de la unidad en la diversidad de Bolivia, comparado con la solapada política de predominio aimara, disfrazada de casi 40 “naciones” indígenas de este Gobierno? Pongan en la balanza del beneficio a los bolivianos si son mejores los múltiples proyectos “industriales” estatales, unos maltrechos, otros patulecos, comparados con el fomento de la inversión privada que paga impuestos. ¿Adónde lleva al país la mediáticamente efectiva, pero falsa nacionalización de hidrocarburos? ¿Tiene sentido la hostilidad a la Iglesia Católica, seguida de la creación de la iglesia plurinacional renovada en Bolivia, común en los países del socialismo del siglo XXI, en víspera del viaje del 6 de septiembre de Evo Morales a visitar al papa Francisco?
Si de milicos se trata, empecemos por una pregunta de respuesta de opción múltiple, ¿qué aplacó a militares bolivianos para perder en mesa la victoria en la campaña de Ñancahuazú, y adornar el Palacio Quemado con la foto del Che?: a) injerencia cubana; b) talegazos; c) zalamería; d) todos los anteriores. ¿No es contrasentido que adulones militares, vistosos como papagayos en vez de austeras fatigas, digan que las FFAA bolivianas son descolonizadas, socialistas y antiimperialistas?
Quizá el Vicepresidente se trague tal “llunqerío”, al arremeter contra un representante nacional electo, hoy retirado del estamento uniformado, declarado ‘traidor a la patria’ sobre obsoletos misiles chinos. Los HN5 no sirvieron hace 40 años a los norvietnamitas, porque amén de mal hechos por chinos ocupados en bloquear calles marchando y blandiendo el librito rojo de Mao, los estadounidenses habían desarrollado tecnología antimisiles en sus aviones de entonces. ¡Los chilenos en sus F-16, aún más modernos, deben desternillarse de risa! Da pena que el Ejército de Bolivia se vuelva querellante en este asunto, como si los generalotes se hubieran olvidado del ¡su orden, mi general!, de cualquier uniformado subalterno.
El ensalzamiento de los “penderejiles”, neologismo de Paulovich, aparea extremos que en nuestra patria tienen significado diferente al que tienen en otras partes de la comunidad hispanoparlante. Pendejo, calificativo que en el Caribe quiere decir tonto y con el que nosotros honramos al vivillo; gil, que al mismo tiempo ensalza al aprovechador y desprecia al ingenuo. Frustrado, me refugio en sospecha supersticiosa, gallega, andaluza o de algún emplumado de mi árbol genealógico que no conozco: quizá tuvo que ver alguna maldición por baldar el brazo libertador del Mariscal Sucre, padre real de una patria que no se llamó Alto Perú porque abarca mucho más que altiplano. ¿Por qué honra a quien aceptó a regañadientes que nuestro país no dependa de Lima o de Buenos Aires? Bolivia debería llamarse Charcas, como alguna vez escribió Josep M. Barnadas.