¿Es garantía estar bautizados?
¿Es garantía estar bautizados?
Jesús Pérez Rodríguez.- En el evangelio, Lucas 13,22-30, encontramos un creyente curioso, puede ser quizá uno de los que seguían a Jesús, que desea saber si son pocos los que se salvan, pues las exigencias radicales que venía proponiendo el Maestro, hacía difícil encontrar en el reino de Dios. La sabia respuesta de Jesús invitó al interrogador a reformular su pregunta. Sucede que a veces no encontramos la respuesta a lo que venimos buscando porque la pregunta no está bien hecha.
Jesús le hace ver que tal cual fue hecha la pregunta no servía sino para satisfacer la curiosidad. Esa pregunta no conducía a la nada. Jesús le conduce a que de ser espectador sea actor. Tal cual fue hecho la pregunta no conducía a nada. Hay que trabajar si quieres salvarte, hay que ser serios y comprometidos en vivir el evangelio si quiere alguien llegar a la salvación.
En la vida social, familiar, eclesial hay siempre personas que andan teorizando; “hay que hacer… es que los católicos no hacemos esto u lo otro, es que la gente no se compromete…”. Luego se detienen no pocos haciendo diagnósticos, estadísticas… señalando las deficiencias y pecados de algunos miembros de la Iglesia. Quizás convendrá preocuparse de esas cosas. Pero esto no es lo que nos va a salvar. Lo que nos salvará es el entrar por la puerta estrecha del cumplimiento de los mandamientos, el compromiso de nuestras promesas bautismales, la servicialidad que siempre va acompañada del sacrificio, el amor sin limitaciones. La vida cristiana no es cuestión de estadísticas, ni es el camino que nos conduzca a la salvación.
Jesús hace ver que la salvación es para todos, “vendrán del Oriente y del Occidente del Norte y del Sur y se sentarán a la mesa en el reino de Dios” (Lc 13,29). Los judíos creían que solo ellos se salvarían; ellos eran el pueblo elegido y olvidaban, como también hoy una gran mayoría cristiana, que hay que ser discípulos misioneros, mediadores, mensajeros para que de todas las naciones lleguen al conocimiento de Dios y de Jesucristo, su Hijo, el Salvador del mundo. Jesús dice: “vayan por todo el mundo y proclamen el evangelio” (Mc 16,15).
Fácilmente se llega a ser cristiano y se abandonan los compromisos bautismales. Jesús ha dado una respuesta clara al que se interesó por la salvación. Cristo no puede engañar a nadie. Dios quiere la salvación de todos, para eso se hizo hombre, pero espera que el que desea salvarse tiene que vivir acorde con sus enseñanzas. Debemos tomar la cruz de cada día y exponer hasta nuestra vida para no perder la vida eterna.
Las recetas baratas o fáciles muchas veces no proporcionan la salud que buscamos. Igualmente un cristianismo a la carta, a lo que me gusta, no nos lleva a la salvación. La puerta que conduce a la vida es estrecha. Nos gustaría a todos saber que nos salvaremos pues Cristo murió en la Cruz por la salvación de todos. Pero Jesús es claro, podemos quedarnos fuera del festín de los cielos. El cielo no es un coladero fácil. No habrá recomendaciones posibles para llegar a la meta de la vida, la vida eterna.
No basta con ser hijo de Abrahán, no basta con estar bautizado, pertenecer a la Iglesia para llegar a la salvación. No basta haber comulgado, estar confirmados, vivir casados con el matrimonio religioso. A los católicos nos viene bien este aviso del Señor en el Evangelio. Todo depende de la respuesta valiente que con la fe demos al Señor. Hay que convencerse que ser cristiano nunca será fácil, pues Jesús ha dicho claramente que no basta con decir, “Señor, Señor” es necesario cumplir la voluntad de Dios. Lo que nos salva es vivir en comunión con Dios Padre, su Hijo Jesucristo en el Espíritu Santo.
Cristo nos invita hoy a seguir trabajando en la viña del Señor, la Iglesia a mantenernos despiertos, a orar, estudiar que ejemplo maravilloso el de Benedicto XVI: Dejó todo porque sus fuerzas físicas no le alcanzan para servir a la Iglesia. Un adiós a todo acto público para hacer aquello que el Señor le sigue pidiendo, orar y estudiar para enriquecer a la Iglesia. ¡Cuán poco oramos y cuan poco estudiamos! Este Año de la Fe todos estamos invitados a redescubrir la fe, el valor de la oración y la necesidad de formarnos y crecer en la fe con el estudio. La Palabra de Dios, el Concilio Vaticano II y el Catecismo de la Iglesia que nos regaló el Beato Juan Pablo II.
Aparecida señaló claramente la falta de formación de los bautizados católicos. Por ello es necesario formarnos más para poder ser testigos de Jesús. La carta de Benedicto XVI, Porta Fidei dice: “Para acceder a un conocimiento sistemático del contenido de la fe, todos pueden encontrar en el Catecismo de la Iglesia Católica un subsidio precioso e indispensable”. Y, el Papa Juan Pablo II se expresó así: “Este Catecismo es una contribución importantísima, a la obra de la renovación eclesial… Lo declaro como regla segura para la enseñanza de la fe y como instrumento válido y legítimo al servicio de la comunión eclesial”.
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