EDITORIAL

Señales de alarma sobre el futuro del gas

Señales de alarma sobre el futuro del gas

Es de esperar que ahora que las llamadas de atención ya no provienen sólo de expertos y empresarios nacionales se produzca el necesario cambio de actitud

Una serie de noticias relacionadas con las exportaciones de gas a Argentina y Brasil han vuelto a encender durante la última semana las señales de alarma sobre la fragilidad del más importante pilar sobre el que sostiene la economía nacional.
La primera noticia a la que nos referimos, aparentemente muy buena, se refiere al notable incremento de los volúmenes de gas que nuestro país ha exportado durante el primer semestre del año. Según los más recientes informes, Bolivia exportó gas natural a los mercados de Brasil y Argentina por valor de 3.537 millones de dólares, lo que representa un incremento del 32% en el volumen y 22.72% en el valor de los ingresos. Eso significa que, tal como viene ocurriendo durante los últimos años, la dependencia de la economía boliviana de las exportaciones de gas ha continuado incrementándose.
Vista desde una perspectiva concentrada exclusivamente en el presente y en el futuro más inmediato, tal situación puede parecer muy positiva. Sin embargo, esos datos han llegado acompañados de dos noticias, una proveniente de Brasil y otra de Argentina, que han coincidido en manifestar su preocupación por la posibilidad de que en un futuro muy próximo Bolivia deje de ser un proveedor confiable de gas natural debido al paulatino agotamiento de las reservas actualmente existentes y a la inexistencia de proyectos de exploración de nuevos campos que permitan mantener durante los próximos años los niveles de producción.
Se ha sabido también que previendo un probable deterioro de la capacidad productiva de YPFB ambos países toman sus recaudos y buscan nuevos proveedores que además de ser más seguros podrían ofrecer gas natural a precios más bajos que los fijados en los contratos actualmente vigentes y que muy pronto deberán ser renegociados. Es decir, aún en el supuesto caso de que en los próximos meses se lograra aumentar las reservas gasíferas y se mantuvieran los volúmenes exportados, no ocurriría lo mismo con el valor de los mismos.
Desde el punto de vista del mercado interno el panorama no es más alentador. Es que pese a los esfuerzos hechos por las autoridades del sector hidrocarburífero para minimizar el problema, la preocupación por las crecientes dificultades que YPFB tiene para satisfacer la demanda interna no deja crecer. Después del fracaso del proyecto del Mutún, ocasionado por la imposibilidad de proveer los volúmenes necesarios para su funcionamiento, los sectores más dinámicos de la industria nacional, como el de la producción de cemento, están teniendo dificultades para satisfacer la demanda nacional lo que obliga a importar crecientes volúmenes de tan importante insumo para la construcción.
Ante tal panorama, las voces de alarma se multiplican pero sin lograr la necesaria reacción en las políticas gubernamentales que insisten en aplicar fórmulas fallidas a pesar de lo elocuentes que son los datos de la realidad. Es de esperar que ahora que las llamadas de atención ya no provienen sólo de expertos y empresarios nacionales, sino de Brasil y Argentina, se produzca el necesario cambio de actitud.