Seguiremos con el 21060

Seguiremos con el 21060

Juan José Anaya Giorgis.- Ya vimos en otra nota cómo para muchos sectores de izquierda o nacionalistas endógenos, el 21060 consagró a Paz Estenssoro y el MNR como siniestros peones de las fuerzas anti nacionales. La imposición del 21060 habría sido un corolario coherente con la larga historia de traiciones y abdicaciones acometidas por Paz Estenssoro a la causa de la Revolución Nacional; la revancha por sus fracasos pasados intentando estrangular a YPFB a través del “Código Davenport” (1955), o devolver Comibol a los capitales transnacionales en 1963, a nombre de la rehabilitación de la minería estatal.
El imaginario popular atribuye la privatización del Estado y el cierre casi total de Comibol a los objetivos del 21060, o al menos esta visión prevalece. Veamos algunas opiniones clave: “el 21060 decidió la eliminación de las empresas estatales que no pudieron realizar de inmediato” (Enrique Mariaca); “El 21060 ha destrozado no sólo la economía, sino también al Estado nacional, el Estado defensor de los habitantes y los recursos naturales” (Andrés Soliz Rada); “En 1985 Víctor Paz se limita a dar expresión brutal a lo que era germen en 1952… el 21060 conduce no solamente a la privatización, sino a la entrega de las minas y del petróleo al imperialismo, al capital financiero” (Guillermo Lora).
Este tipo de argumentos no toman en cuenta, consciente o inconscientemente, dos graves problemas de aquella coyuntura crítica sin precedentes: vergonzosos índices de productividad en el aparato productivo estatal, e incongruencia galopante entre obligaciones financieras e ingresos del TGN, o sea, déficit insostenible. Siles Suazo heredó el déficit y la deuda externa de las dictaduras, las dificultades de las empresas públicas empezaron mucho antes; sin embargo, sus remedios para resolverlos fueron anodinos o contraindicados, siendo los precios de los minerales todavía buenos.
Si bien la crisis de la deuda externa minimizó el margen de acción, no todo era culpa del imperialismo. La alianza con el “Bloque Oriental” sólo condujo al desastre de la fundición Karachipampa, jamás encendida, y el restablecimiento de la cogestión obrero-gerencial en las empresas estatales, incrementó los operarios, mientras la producción decrecía. No sólo la burguesía estuvo ausente de la democracia popular, tampoco concurrió la clase obrera y los sectores populares. La instauración del socialismo ha sido proclamada en el vacío; llegado el momento de las obligaciones, nadie aparece.
El 21060 apuntó a mejorar la productividad del aparato productivo estatal, controlar el déficit, y la inflación. Sin previo aviso, el gobierno de Paz Estenssoro clausuró numerosas entidades fiscales, endureció al régimen interno de recaudación tributaria, dejó de influir sobre los precios de mercado, desgravó a la importación de alimentos y circulación de divisas, entre otras cosas, que pueden sintetizarse en una frase: “a trabajar compañeros”.
La burguesía no tuvo capacidad, o voluntad, de generar empleo en las condiciones más ventajosas, y siguió pagando bajos impuestos. La clase trabajadora fue la más afectada por el golpe. ¿Ha cambiado la imposición del trabajo más productivo y mal remunerado con Evo? Poco y nada. El estado tenía empresas más grandes en 1985, el déficit está controlado al mediano plazo, y no hay empleo. Sin duda el entierro del 21060 de Evo y Álvaro es un gesto reflejo de la hipocresía más pragmática.
Por cierto, hoy es mi cumpleaños, día del 21060, y parece que ambos gozamos de buena salud.