Escasez de GLP y soluciones industriales
Escasez de GLP y soluciones industriales
Jorge Luis Ríos.- Desde 2006, el desabastecimiento de gas licuado de petróleo (GLP) es recurrente en el país durante los meses de invierno. En algunos medios de comunicación informan que una garrafa de 10 kilos de GLP en el Perú puede ser vendida hasta en Bs. 280, mientras que el precio regulado en nuestro país es de Bs. 22,5. A ello, debemos sumar el incremento natural en la demanda por este energético en invierno, debido a su uso preferente para calefacción, en ambos países.
Autoridades de YPFB junto al vicepresidente del Estado anunciaron la puesta en marcha de la planta de Río Grande, con la promesa de solucionar el desabastecimiento de GLP en el país. Sin embargo, con el diferencial de precio existente y el virtual libre tránsito de garrafas en la frontera debido al contrabando, lo más probable es que la mayor oferta de GLP signifique mayores ventas al Perú.
En casos de precios regulados como el del GLP es natural que se generen diferencias de precios y el sistema debe ser capaz de convivir con ellas, contrarrestándolas con medidas de control. Esto significa que la autoridad correspondiente del Estado debiera ser capaz de asegurar el cumplimiento de la prohibición de exportación del GLP, como ocurrió en el caso del azúcar, el aceite, el sorgo, el arroz y otros bienes aunque, en este caso, de manera más que justificada.
Lamentablemente, en el caso del GLP, los esfuerzos de la ANH, Aduana y fuerza pública para evitar el contrabando de garrafas al Perú han sido, hasta ahora, vanos. El Estado no puede garantizar que un camión cargado de garrafas, venda las mismas dentro del país al precio regulado de Bs. 22,5 cuando, con muy poco trabajo y riesgo, el comerciante puede obtener hasta 10 veces más del valor citado en el mercado peruano. Lo anterior muestra que el sistema no es el adecuado para resolver el problema o los incentivos están mal orientados.
Si analizamos cómo funcionan los sistemas de distribución de las empresas industriales, varias de ellas afiliadas a la Cámara Nacional de Industrias, observamos que todas cuentan con sistemas de distribución generalmente terciarizados, que tienen por objeto llevar el producto a tiendas de barrio, supermercados y centros de abastecimiento con la capacidad de coordinar la entrega del producto, de otorgar incentivos para la venta y realizar además el mantenimiento de stocks en tienda. Esta logística, ciertamente sofisticada pero no inalcanzable, como lo demuestran a diario las empresas industriales, permite por un lado mantener abastecidas las tiendas en tiempo y cantidad de tal manera que cada supervisor de área conoce, exactamente y con anticipación, la cantidad de producto que debe entregar en cada tienda y el período de reabastecimiento. Para el caso de los productos perecederos, adicionalmente, la empresa a través de sus supervisores lleva controles de la fecha de entrega del producto y rotación para poder reemplazar el producto antes de la fecha de vencimiento.
Comparando la distribución de GLP con esa logística de la industria, vemos que el GLP se vende en la calle y sobre el camión, no dejando constancia real de la entrega del producto.
Si abstraemos de la reglamentación que regula la distribución de GLP o, mejor aún, si pensamos que la misma puede ser modificada, incorporando en la cadena de distribución del GLP el eslabón que le falta para asemejarse a la distribución industrial, que es la venta al detalle en punto fijo ya sea propio o a través de una tienda de barrio, supermercado u otro centro de abastecimiento al detalle, veremos que es posible controlar la distribución del GLP, y tener la trazabilidad del producto desde su producción hasta la entrega al cliente final, registrada en el parte de entrega y recepción del punto de venta.
El autor es gerente de economía de la Cámara Nacional de Industrias.
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