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Perfecto enroque diplomático
Perfecto enroque diplomático
Rodolfo Mier Luzio.- Al final, el caso del senador Pinto se hizo, prácticamente, insostenible para el gobierno del Brasil, con la presencia de un refugiado político en el edificio de su embajada, a quien le otorgó asilo político. La negativa del gobierno boliviano de entregarle un salvoconducto que le permita abandonar el país, tensionó las relaciones entre ambos países, hasta extremos casi inaguantables, desde el punto de vista diplomático.
La tradición brasileña de respeto a los tratados internacionales y al derecho de asilo, así como la amplia y reconocida seriedad diplomática, impulsó a brindar protección y asilo al señor Pinto. Esa potencia económica latinoamericana, sin embargo, se encontró con una muralla infranqueable y sintió que sus decisiones soberanas no eran cumplidas, por un capricho de la diplomacia gubernamental que no aceptaba que el senador opositor dejara el país acogiéndose al asilo otorgado; pese a que Bolivia tiene firmados acuerdos internacionales en esta materia, tomando en cuenta, además, que las sentencias contra el senador fueron dictadas cuando el beneficio del asilo ya estaba concedido.
La dimisión del Canciller brasileño, Antonio Patriota, nombrado ahora embajador ante las Naciones Unidas, al parecer es un mensaje de la Presidenta del Brasil que está interesada en mantener buenas relaciones con Bolivia y sacrificó a su canciller, pero no lo dejó huérfano, menos abandonado; sólo le cambió de funciones para mantener contento al gobierno boliviano. Brasil ha dado un testimonio más que es suficiente para que el Gobierno boliviano se sienta satisfecho y procure mantener las buenas relaciones diplomáticas y no buscar un deterioro de aquellas. Los políticos no son amigos; son, ante todo, socios; es por eso que se privilegian las relaciones comerciales y económicas, teniendo en cuenta que Brasil tiene en Bolivia a uno de sus principales proveedores de gas, y Bolivia, tiene a Brasil como uno de sus más importantes clientes.
El enroque que realizó la presidenta brasileña, cambiando al Canciller por el embajador ante la ONU y a éste en el cargo de Canciller, conlleva un solo mensaje que podrá traducirse así: “Ya castigamos al culpable, ahora quédense tranquilos; sin embargo, el senador Pinto, se queda en Brasil, porque nuestro gobierno le concedió asilo, haciendo uso de una decisión soberana”, constituyéndose, así, en una jugada defensiva en el tablero del ajedrez político. A veces, es preferible arriesgar el cambio de piezas, para lograr inmediatamente un jaque victorioso.
Ahora se está por ver las reacciones y las consecuencias de este hecho que ha sido motivo de comentario en el mundo. Lo más probable es que el tiempo llegue a curar las heridas que tienen ambos gobiernos. Aquí en Bolivia, dejando de lado su bronca por la ineptitud de los servicios de inteligencia y por quedarse con las ganas de encarcelar a quien se atrevió a acusar al gobierno de tener nexos ilegales; y Brasil, porque no conseguía hacer cumplir una decisión soberana, válida en el Derecho Internacional, en torno a brindar asilo a cualquier ciudadano que se considere perseguido político. Así lo confirmó la primera mandataria de Brasil que reiteró que se respetará el estatus de asilado al señor Pinto.
Y no es como dijo el canciller boliviano, que mostró preocupación del Gobierno por la “transgresión del principio de reciprocidad y cortesía internacional”. Sobre la reciprocidad y la cortesía, están las leyes internacionales y el respeto a la soberanía de las naciones. Eso es indudable.
Por lo menos...esa es mi opinión.
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