LA NOTICIA DE PERFIL
El drama diario del peatón
El drama diario del peatón
Paulovich.- Tuvimos un día de celebración del “Día del Peatón” instituido por Decreto Presidencial salpimentado por un discurso del presidente Evo, quien celebró tal fecha en Cochabamba con sus amigos más cercanos.
El todavía atlético mandatario subió en bicicleta alrededor de 20 kilómetros, al cabo de los cuales aprovechó la oportunidad para hablar al país de los efectos que causa el cambio climático en el mundo a raíz de los gases que despiden los países industrializados, dejándonos absortos cuando nos habla de sus planes de industrializar a nuestra realidad para ser más felices.
Yo no había reparado en esta contradicción del Presidente. Fue mi pariente espiritual (una cochabambina inteligente) quien me advirtió de la contradicción presidencial diciéndome: “Me parece una falacia celebrar una vez al año al peatón y a la peatona y condenarnos 364 días a toda clase de sufrimientos y torturas callejeras”.
Es que como repetí muchas veces, soy lerdo de entendederas y tiene que ser mi comadre y benefactora financiera que se da a la tarea de explicarme lo que sucede en este “Typical país”, como lo bauticé en mi primer libro, hace varias décadas, cuando me decidí escribir humorísticamente para que mis lectores me tomaran en serio.
El peatón y la peatona, sobre todo quienes vivimos en la “sede del desgobierno” actual, somos seres desgraciados desde la mañana hasta la noche, desde que un político inventó los bloqueos y las marchas y las huelgas para ascender al poder. Desde entonces, según me recordó mi comadre Macacha, los paceños dedujimos que para lograr que los desgobernantes tomasen en cuenta tus reclamaciones y protestas teníamos que recurrir a las medidas que ellos nos enseñaron.
Y así existimos los peatones y las peatonas que malvivimos en esta ciudad.
Y nuestro penar no concluye allí, sino que discurre a lo largo de cada una de nuestras jornadas cuando centenares de miles de peatones y de peatonas no podemos retornar a nuestros hogares al llegar el mediodía y realizar nuestro almuerzo familiar que suele ser “un chairo” que es el plato de mediodía y a nadie le disgusta a las seis de la tarde o a las ocho de la noche.
Como verán mis lectores, el famoso Día del Peatón sirvió para que los vehículos no transitaran durante ocho horas ni nos enfermaran con la emisión de sus gases tóxicos y para que el presidente Evo recorriera 20 kilómetros en bicicleta y nos contara su aflicción porque le han dicho que los cóndores se van muriendo en las alturas, pero mi comadre, la cholita cochabambina, me abrió los ojos para hacerme ver que ella y yo somos un peatón y una peatona que sufrimos todos los días del año y nadie repara en ello.
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