LIBERTARIA
Estado plurinacional policiaco
Estado plurinacional policiaco
Luis Christian Rivas Salazar.- El policía Mario Fabricio Ormachea, que cayó con las manos en la masa en Miami cuando contaba con parte del dinero exigido al empresario Humberto Roca, es el prototipo de policía exitoso boliviano.
En efecto, perteneció al grupo de élite policial, se acomodó en cargos jerárquicos y de mucha influencia dentro de la institución verde olivo. Llegó a la cumbre profesional siendo el zar anticorrupción de la Policía. Ormachea se jactaba de tener un expediente limpio, nunca había sido procesado en su contra por la Policía, aseguraba que había sido felicitado por Evo Morales.
Pero detrás de semejante éxito profesional, encontramos la realidad. Existe una basura que se esconde debajo de la alfombra, pero tarde o temprano termina por sentirse la fetidez y se descubre internacionalmente parte del juego que jugaba exitosamente Ormachea, una red de extorsión que tiene raíces profundas y muy extendidas por todo el aparato estatal.
La consigna: ¡Pagas, sales limpio! está movilizando dinero desde las vulgares billeteras a los bolsillos largos de policías, fiscales y jueces en todo nivel de relaciones ciudadano-ley-administración de justicia y seguridad.
Gracias al Plan Chachapuma, los policías están extorsionando a todo ciudadano que deambule ingenuo por las noches. Los jóvenes que adquieren sus motocicletas con sus pocos ahorros están siendo esquilmados por no contar con licencia, placa, casco. Los jóvenes que andan acariciándose en la noche son tratados como si fueran infrahumanos, ni qué decir de las prostitutas, extranjeros pobres, dueños de licorerías, parroquianos de boliches, visitantes nocturnos, dueños de vehículos chutos, etc.
Bajo chantaje de ser retenidos por cualquier infracción, los temerosos civiles solucionan su calvario entregando todo lo que tienen en su billetera al efectivo encargado de su seguridad. Esta es la realidad.
Los policías están ocupados en formar camarillas, tal como se acusan y reconvienen los policías en Cochabamba. Fruto de estas pugnas de poder y para que los conmilitones estén en buenos cargos donde se pueda sonsacar civiles, existen bochornosas renuncias.
No estoy de acuerdo con el ministro Carlos Romero, cuando habla sobre la poca o nula presencia del Estado en las cárceles del país, ¿Qué son los policías ahí? Desde luego que no son delincuentes, son administradores estatales de seguridad carcelaria, el Estado está presente pero se hace de la vista gorda frente al uso de armas, tráfico de drogas, alcohol, violencia, transferencia, alquiler de sitios como si fuera un negocio inmobiliario, etc. El Estado está presente y tal vez le conviene que las cosas sigan como están, al final se benefician los guardianes haciéndose a los ciegos, sordos y mudos, y también se benefician algunos internos que controlan a los débiles.
Seguramente para el Estado es preferible gastar más en propaganda y comida de movimientos sociales que en condenados sin condena.
El Estado tiene el monopolio del uso de la violencia, vivimos en un Estado policiaco que quiere controlar todo lo que le conviene, por eso sus agentes tienen un aura de matones a sueldo, que se traduce en violencia intrafamiliar y en operativos con exceso de abuso policial.
La relación combate delincuencia-delincuencia termina por confundirse, tenemos al tristemente célebre policía René Sanabria, pero debo dejar claro que no es mi intención generalizar, claro que existen voces que buscan erradicar estos actos.
Pero mientras Sanabria y Ormachea sean ejemplos de éxito profesional, los futuros cadetes seguirán estrujando y haciendo de las suyas con conocimiento estatal.
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