EDITORIAL
Un nuevo intento de alianza política
Un nuevo intento de alianza política
En Bolivia existe una marcada tendencia al caciquismo; es decir, a la necesidad que parecen tener algunas personas de mandar sin dar paso a necesarias renovaciones
La presentación del Frente Amplio en la ciudad de La Paz, proyecto que reúne a organizaciones políticas y personalidades provenientes de un amplio espectro político-ideológico, es un hecho importante en sí porque, más allá de sus posibles proyecciones, significa un paso más en la construcción de un nuevo sistema político-partidario que pueda reemplazar al que se creó a partir del retorno a la democracia en 1982 y que fue derrotado el año 2005.
Desde entonces, la acción hegemónica del MAS no sólo que ha impedido la reorganización del sistema político-partidario, sino que ha dañado la poca institucionalidad política y estatal creada en el marco democrático. A su vez, esta situación hizo que en el propio partido de gobierno surjan corrientes contradictorias que sólo ha sido posible controlar vía la autoridad de sus jefes, pero no a través del convencimiento de que se marchaba por el camino correcto.
En todo caso, también corresponde advertir que la constitución de este Frente Amplio es más un principio que un hecho consolidado. La historia del país muestra que, ante poderes hegemónicos, este tipo de acuerdos no pudieron empoderarse sino transcurrido mucho tiempo y con acuerdos básicos que puedan controlar legítimas (y otras no tanto) aspiraciones de liderazgo.
Y es que en Bolivia existe, por una parte, una marcada tendencia al caciquismo; es decir, a la necesidad que parecen tener algunas personas de mandar sin dar paso a necesarias renovaciones. Por otra parte, otra característica del boliviano es la atomización, aquella tendencia a dividirse que motivó que nuestro país tenga actualmente nueve Departamentos pese a que nació sólo con cinco y con el doble de la extensión territorial que ahora tiene.
Por ello, está por descontado que lo primero que motivará fricciones al interior del denominado Frente Amplio será la estructura de mando. Lo más probable es que los candidatos a la Presidencia y Vicepresidencia sean elegidos mediante voto popular, porque ese es un buen golpe de efecto, pero será difícil llegar a ese nivel en los mandos medios y regionales, allí donde habrá más de un conflicto cuyo principal efecto será el debilitamiento de la alianza.
Además, resta que este frente tenga la capacidad de elaborar un programa político de largo alcance que exprese una síntesis de la agregación de demandas regionales, sociales, culturales, económicas, etc., postulando una visión de país que atraiga a la ciudadanía.
Debido a esos y otros cuestionamientos, es difícil predecir lo que pasará con este aglutinamiento de fuerzas políticas que, además, tampoco constituyen la suma total de las fuerzas opositoras al MAS por cuanto, siguiendo aquello de la atomización, otras prefieren seguir solas en la brega política.
Lo que sí se puede adelantar es que si el Frente Amplio se limita a ser sólo oposición tendrá muy poca energía para seguir adelante.
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