¿El MAS en su laberinto?

¿El MAS en su laberinto?

Juan José Bonifaz B..- Después de un prudente período de tiempo, ya es posible sacar ciertas conclusiones sobre el decantado proceso de cambio en Bolivia. En lo político la libertad está segmentada, la democracia excluye las minorías en nombre de supuestas mayorías, y, la República que es equilibrio de poderes e igualdad de derechos ciudadanos, es sustituida por un Estado Plurinacional, que se enreda en un laberinto de contradicciones. El caudillo y su entorno, aplican un estilo de gobierno centralista, personalista y derrochador, con un control total del Estado, mientras ocurren los más escandalosos actos de corrupción y falta de garantías ciudadanas.
Estamos frente a hechos criminosos, protagonizados por altas autoridades de la Policía Nacional: el Jefe de Control de Narcotráfico y el Jefe de Control Anticorrupción son reos en EE.UU; el Ministerio Público también involucrado en delitos de cuya responsabilidad no están exentos los altos dignatarios del Estado. Existen casos no aclarados y posiblemente no se aclaren en este gobierno: La Calancha, El Porvenir, Chaparina; extorsiones: en "Hotel Las Américas", "Ostreicher", "Aerosur", y otros. Esto refleja que Bolivia está penetrada hasta la médula en la corrupción, y esa crisis profunda de la sociedad tiende a agudizarse conforme pasa el tiempo.
Las nacionalizaciones sobre todo de los hidrocarburos –en lo económico– están empezando a mostrar problemas mayores y urgentes, por falta de inversión privada. El esfuerzo de los neoliberales y su modelo de capitalización, mostró mayor coherencia y perspectiva, mientras la nacionalización ya refleja debilidades. Aquel, ha sido un proceso, construido en momentos de bajos precios de hidrocarburos, de casi ninguna posibilidad de créditos y en un escenario muy desfavorable. La capitalización –más allá de la visión política– aseguraba resultados positivos medibles en un largo plazo y resultaría una sorpresa comparar ambos procesos, con los actuales altos precios. La nacionalización, pese a la gran movilización política, publicitaria y militar –por el contrario– heredó una situación favorable, y optó por políticas coyunturales, publicitarias e improvisadas, que reproducen el “cuento de la lechera” que, la Fundación Milenio, en un documento de análisis y discusión, bajo el título “El Péndulo del Gas” plantea a través de varios expertos autorizados, para la información y discusión equilibrada y técnica de este problema.
El enfoque indigenista del MAS, es abordado por Don Andrés Soliz Rada, analista bien informado, quién en una última publicación de BOLPRESS, con referencia a los resultados del “Censo 2012” y sus connotaciones a este respecto, anota: “¿De cual indigenismo estamos hablando? Recordemos que Evo, al conocer la debacle del pluri-nacionalismo, solo atinó a decir que el país había entrado a una etapa de desclasamiento y de mentalidad colonizadora, en tanto que Alvaro demeritó lo mestizo al señalar que se trataba de una categoría colonial. Fue Raul Prada Alcoreza (RPA) el encargado de recordarle que también los términos blanco o indio eran conceptos coloniales, acuñados con fines tributarios. Seguidamente, RPA censuró la soberbia desmedida de AGL y su alarmante ingenuidad Política, lo que le impedía advertir que continuaba atrapado por categorías nacionalistas, que creía refutar. Este es un ejemplo de la falta de coherencia entre personas que coinciden en negar al mestizaje su capacidad articuladora de la sociedad boliviana”…
Finalmente en lo internacional, el país está sin Norte y, con una imagen cada vez más deteriorada. El problema del Mar, es cuento viejo y tema de distracción política; el Mar se aleja irremediablemente y nuestro relacionamiento se hace más conflictivo. Entre tanto, el Presidente pretende un liderazgo indígena mundial, pero el mundo cada día se va dado cuenta de la impostura y sus verdaderas intenciones. Los liderazgos de los países, se construyen sobre bases de poder económico y competitividad en comercio exterior. Bolivia, a este respecto, representa apenas el 0,07 % del comercio mundial, y eso muestra que no significa nada en lo económico, social ni político.