Bolivia no es Cuba

Bolivia no es Cuba

Gonzalo Orosco Arce.- Bolivia no es una isla, es una nación que tiene una fuerte interdependencia comercial con sus vecinos. Sin embargo, no es un Estado capaz de controlar los precios de los productos que utiliza, o la entrada o salida de los diversos artículos que produce, adquiere o consume debido a la debilidad de sus instituciones y a la larga frontera que tiene con Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Perú. Esta extensa frontera favorece el contrabando de alimentos y combustibles, que tienen una subvención millonaria, que mantiene la pobreza de gran parte de la población, pero que enriquece a otros.
Aproximadamente 30 por ciento del combustible subvencionado es desviado al contrabando que se produce debido a los 6.834 kilómetros de frontera y las grandes diferencias de precios. El litro de combustible en el lado brasileño cuesta entre 11 y 12,80 de bolivianos, dependiendo de las distancias; en el lado argentino el precio oscila entre 8 y 9 bolivianos el litro y en territorio peruano dependiendo el tipo de combustible, gasolina o diesel, el costo es de 9, 10 y 11 bolivianos, es decir, tres veces más que en Bolivia, donde el litro de gasolina cuesta 3,74 y el diesel 3,72 bolivianos. El Ministerio de Economía anunció que la subvención al diesel y la gasolina en 2013 llegará a 1.060 millones de dólares, monto que fue incluido en el Presupuesto General del Estado de esta gestión.
El contrabando hormiga es realizado por ciudadanos que no tienen trabajo o empleo estable, pero también existen redes “mayoristas”, que en combinación o al amparo de policías y funcionarios aduaneros corruptos, se enriquecen a costa de los recursos estatales. Asimismo, el Estado limita los precios de los productos, perjudicando a los empresarios que buscan competir en el mercado regional; forzar precios bajos a los productos, y no permitir que puedan comercializarse constituye una falta de incentivo a la productividad y por lo tanto se genera desabastecimiento y especulación económica.
La nivelación de precios o la disminución de las diferencias de costo con relación a los países vecinos, reduciría o eliminaría el contrabando. Sin embargo, deben identificarse mecanismos para que la población que se dedica a esta actividad por necesidad, obtenga empleo, y la que ya tiene mejore sus niveles salariales, de tal manera que la subida de precios se equilibre, tal y como sucede con algunos países, en los cuales el salario aumenta conforme aumentan los precios de los diversos productos y combustibles.
El factor geográfico es un componente ignorado por las autoridades gubernamentales y economistas, y ése fue un aporte de Jeffrey Sachs, autor del libro “El fin de la pobreza”. Cuando Sachs llegó a llegó a Bolivia en 1985 para parar la hiperinflación, se dio cuenta de cómo influye la falta de una salida al mar y las características geográficas de nuestro país en la economía y sus exportaciones. Existen dificultades para las exportaciones por la irregular topografía, que hace más costosas las carreteras y más tiempo de recorridos que restan competitividad.
Los países están profundamente condicionados por su ubicación, sus vecinos, su topografía y sus recursos. Reconocer este aspecto sería un primer paso para modificar las políticas restrictivas al comercio regional, y dejar de subvencionar combustibles que son un fomento al despilfarro de energéticos y un aliciente a las mafias de contrabandistas. El Estado boliviano debería invertir el dinero que utiliza para subvencionar a los carburantes (quizá con excepción temporal al transporte público de pasajeros), buscando que todos ganen, no sólo unos cuantos.