OBSERVATORIO
Itamaraty y la espada de Alejandro
Itamaraty y la espada de Alejandro
Demetrio Reynolds.- Itamaraty tiene la reputación de ser una de las diplomacias más profesionales del mundo. Si es verdad, ¿cómo se explica lo ocurrido en La Paz? ¿Sucedió lo que dice el refrán: A veces al mejor cazador…? O, lo que es más probable: la espada de Alejandro sobre el nudo gordiano. Después, las explicaciones y las sonrisas. Pero urgía acabar de una vez con el entuerto. Con sentido práctico, cuando las razones no pueden, el dar cuenta con lo obrado funciona mejor.
¿Ni vencedores ni vencidos? Tampoco. Alguien salió mal parado. Y de paso también Bolivia, en la picota del escarnio –una vez más– ante los ojos del mundo. Una audaz decisión acabó con el cerco de odio que convirtió una embajada en prisión. Del plan inconfesable habla el silencio: “de la Embajada llevar directamente a San Pedro o Chonchocoro”, para que los gusanos den cuenta de su humanidad en el infierno, como dijo un ministro con sádica metáfora del exprefecto de Pando.
Un dossier enviado a Palacio revela indicios sobre presunta relación de autoridades con el narcotráfico; pero el Gobierno, en vez de investigar, enjuicia y persigue al “mensajero”. Aquí empieza la desgracia de Pinto. Como es obvio, el asilo se concede después de un riguroso análisis de antecedentes y es una potestad soberana del país solicitado. Pero Bolivia se empecina en denegar el salvoconducto. Han pasado 15 meses y el encargado de negocios observa que la salud del senador está llegando al límite. Valora la vida por encima de las formalidades diplomáticas y actúa.
Por sus características, no parece una fuga. Pinto salió a bordo de dos vehículos oficiales de la Embajada, escoltado por dos fusileros navales y guiado por el encargado de negocios, Eduardo Saboia. Fue recibido en la frontera por agentes de la Policía Federal y por el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado brasileño, en la capital.
En la entrevista presidencial no se abordó temas de fondo o decidieron que no trascendiera. Varias preguntas quedaron en el aire. Por ejemplo, ¿por qué se desconoce reiteradamente la soberanía diplomática del Brasil? Esto obligó a tomar la única alteranativa posible. El procedimiento generó agrio disgusto en Bolivia; pero en Brasil, por el contrario, admiración el gesto de solidaridad heroica de Saboia.
“Un Gobierno no negocia con la vida… Brasil no podía poner en riesgo la vida de una persona que está bajo su custodia”, dijo Rousseff. En efecto, mantiene incólume la nobiliaria tradición de ser refugio del perseguido político, como fueron en su momento México, Chile, España, EEUU, etc. para los exguerrilleros y los exterroristas que hoy son Gobierno en diferentes países. Pero la vida da vueltas. Que no les llegue el turno de llamar a esa puerta otra vez.
Un epílogo irónico cierra el capítulo. Se clama desde La Paz: “Devuelvan a Pinto, por favor”, cual si fuera un objeto o un can extraviado: hubiera sido como entregar a las fieras del circo romano. Y a la hora nona, cinco ministros desocupados llevan más información al Brasil. En 15 meses no lo hicieron en La Paz, pero sirvió para irse de turistas con ese motivo. Tiempo y plata es lo que tiene a raudales el opulento Estado Plurinacional.
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