Vergüenza ajena
Vergüenza ajena
Gastón Solares Ávila.- En esta columna, varias veces he mencionado la necesidad que tiene nuestro Departamento, y especialmente nuestra ciudad, de que autoridades y ciudadanos realicen un esfuerzo conjunto y coordinado para solucionar sus múltiples problemas.
Impulsar el desarrollo de la ciudad es, ciertamente, una obligación que demanda sacrificio y hasta humildad, porque cuando los intereses partidarios están contrapuestos entre las autoridades que tienen coyunturalmente a su cargo la administración de los recursos públicos, tiene que imponerse la racionalidad y alguien tiene que ceder, lo cual no está ocurriendo en el caso de construcción de una nueva Terminal de Buses.
Este problema que debería haberse resuelto hace años, ha llegado a un punto que no puede tener marcha atrás porque sencillamente ha colapsado la actual Terminal y, en realidad, toda la zona en la que está todavía ubicada. Por tanto, la coordinación y el esfuerzo colectivo son una imperiosa necesidad.
Lamentablemente, sin embargo, por increíble que parezca, se está hablando de que tanto la Gobernación como la Alcaldía construirían, cada una por su cuenta, una Terminal y ambas en la misma zona lo que es, sencillamente, el colmo de los colmos, incluido aquel que no se puede pronunciar.
Hay opiniones divididas sobre la conveniencia de hacer una gran Terminal o dos o tres para evitar la saturación de esta ciudad ya saturada, opción con la que no solamente estoy de acuerdo sino que la impulso desde hace tiempo. Las razones son difícilmente rebatibles porque la distribución del tráfico, el crecimiento urbano armónico, la diversificación de la actividad económica y el interés de las diferentes zonas, conforman una base muy sólida como argumento para esta opción.
Aquel argumento de que un pasajero que llega a Sucre como destino de tránsito y que debe continuar viaje a otra ciudad tendría que desplazarse a otra Terminal no tiene peso, sencillamente porque para eso son los medios de transporte citadino, como los taxis por ejemplo. Lo mismo pasará para el pasajero que llega a la ciudad en bus para embarcarse en avión. Además, no es cierto aquello de que en ninguna ciudad del mundo existen varias terminales. Todo lo contrario, pues no solamente existen varias terminales para transporte por carretera, sino por tren y por avión.
Todavía hay la esperanza de que la racionalidad se imponga ante el absurdo y que nuestras autoridades reflexionen y dejen a un lado sus intransigentes posiciones, para dar paso al intercambio de ideas que haga posible que se imponga el peso de la razón.
No conviene a nadie el distanciamiento entre autoridades porque los únicos perdedores son la ciudad y sus habitantes, que son los que las han elegido precisamente para que trabajen por el progreso de la Capital boliviana y por el bienestar de sus ciudadanos, que son los dueños de los recursos que administran.
Es realmente increíble que en esta ciudad, llena de problemas y de basura, las principales autoridades se estén peleando por realizar la misma obra en la misma zona, cuando hay tantas y tantas cosas por hacer y evitar, inclusive, que se pierda nuestro título patrimonial.
Es inaudita la ceguera colectiva que no permite encontrar las soluciones adecuadas para hacer que esta todavía hermosa ciudad, ocupe el lugar que debería en el contexto latinoamericano y nacional, tanto por su historia y tradiciones, como por su arquitectura singular. Las divergencias entre autoridades deben superarse dando paso a una competencia de eficiencia entre sus respectivas instituciones, porque están de buen tamaño las noticias sobre problemas que no hacen otra cosa que causar vergüenza ajena.
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