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Consecuencias de las elecciones en Alemania
Consecuencias de las elecciones en Alemania
Kemal Dervis.- Hace casi un siglo, en 1919, John Maynard Keynes analizó las consecuencias económicas de la paz tras la derrota de Alemania en la primera guerra mundial. Desde luego, las consecuencias de las elecciones generales que se celebraron el 22 de septiembre en Alemania no serán ni mucho menos tan transcendentales, pero el resultado no será tan intranscendente como la mayoría de los analistas afirman actualmente.
Para empezar, aun cuando la coalición Unión Demócrata Cristiana (CDU)-Partido Democrático Liberal (FDP) forme el nuevo gobierno, la Canciller Angela Merkel podría adoptar decisiones más valientes y a largo plazo sin tener que preocuparse por las consecuencias electorales inmediatas. Podría aplicar un programa de dos o tres años, en lugar de su estrategia actual de cuatro semanas.
El programa postelectoral de Merkel podría seguir siendo muy prudente, con insistencia en la consolidación fiscal a medio plazo para Alemania y la zona del euro en conjunto a costa del empleo y del crecimiento, pero una Merkel reelegida estaría dispuesta sin lugar a dudas a continuar, al menos con pequeños pasos, con la creación de una unión bancaria europea, incluido un mecanismo de resolución que recurra a los recursos de toda la zona del euro.
Además, aun cuando Merkel encabece la misma coalición política, apoyaría con mayor intensidad los planes de la zona del euro para fomentar el crédito a las empresas pequeñas y medianas y los programas educativos de la Unión Europea, como, por ejemplo, Erasmus. También estaría dispuesta a trabajar en pro de reformas estructurales encaminadas a lograr una coordinación más estrecha de las políticas económicas de los Estados miembros de la UE.
Por último, incluso dentro del bando CDU-FDP, existe cada vez más un reconocimiento de que el enorme superávit actual de Alemania por cuenta corriente –más del seis por ciento del PIB– significa que los alemanes casi no reciben rédito por el 25 por ciento, aproximadamente, de sus ahorros. Un aumento de la demanda algo más rápido en Alemania y un menor superávit exterior ayudaría no sólo a los socios comerciales de Alemania, sino también a los ahorradores alemanes.
Naturalmente, la coalición CDU-FDP podría no volver al poder. Las otras hipótesis postelectorales son las siguientes: una gran coalición entre la CDU y el Partido Socialdemócrata (SDP), una coalición rojiverde entre el SDP y los Verdes (si los dos consiguen resultados mejores de los predichos y el FDP no supera el umbral del cinco por ciento del electorado), posiblemente con el apoyo tácito de Die Linke, partido de izquierda, o una coalición CDU-Verdes.
En los tres casos, el gobierno estaría más orientado hacia la integración europea y de la zona del euro que un gobierno CDU-FDP. Es cierto que el Tribunal Constitucional alemán ha excluido los compromisos financieros ilimitados que el Parlamento alemán no puede controlar, por lo que Alemania sólo puede llegar hasta cierto límite en su apoyo de una mayor integración económica sin una mayor integración política, pero un gobierno del que formen parte el SPD o los Verdes contaría al menos con un partido que está dispuesto a dar pasos más importantes hacia una zona del euro casi federal, caracterizada por elementos de una unión fiscal (aunque limitados para que sea constitucional).
Los dos partidos son menos complacientes que el gobierno actual en relación con la estabilidad de la zona del euro y las perspectivas de crecimiento de Europa y los dos creen que hay demasiados puestos de trabajo marginales y mal pagados en Alemania para justificar los informes elogiosos sobre la calidad del empleo, que el aumento de los ingresos es demasiado lento y beneficia desproporcionadamente a los más ricos y que una solidaridad algo mayor en la zona del euro redundaría en pro de los propios intereses de Alemania.
Las elecciones alemanas no provocarán un terremoto político y no abrirán de repente la vía a una Europa federal inspirada en el modelo de los Estados Unidos, con grandes transferencias fiscales implícitas y políticas de defensa y de asuntos exteriores muy centralizadas, pero, como mínimo, es probable que el resultado acelere la aplicación de las decisiones de la zona del euro que ya se han adoptado, lo que propiciará unas políticas económicas algo más expansivas tanto en Alemania como en la zona del euro.
Un gobierno del que formen parte el SDP o los Verdes, en cuyo ADN figuran el igualitarismo y el internacionalismo, casi con toda seguridad avanzaría más y adoptaría una importante reforma, renovación y fortalecimiento de las instituciones de la zona del euro como objetivo a medio plazo. Semejante gobierno respaldaría una estrategia de la zona del euro, encabezada por Alemania y Francia, que se centrara en el crecimiento y el empleo, lo que infundiría cierto entusiasmo constructivo a las elecciones al Parlamento Europeo que se celebrarán en 2014.
Así, pues, un gobierno de coalición alemán del que formaran parte el SDP y los Verdes (ahora copartícipe fundamental en la política alemana) podría acelerar la reforma y la integración que la zona del euro necesita, lo que permitiría a Europa, ya con el apoyo pleno de Alemania, recuperarse más rápidamente de su malestar económico y desempeñar el papel de vanguardia mundial del que ha carecido durante tanto tiempo.
El autor es ex ministro de Economía de Turquía y ex Administrador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
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