DESDE LA TIERRA

Moteles clausurados

Moteles clausurados

Lupe Cajías.- ¡Clausurado! Un papelógrafo enorme con letras rojas y azules apareció en las últimas semanas cerrando los sutiles portones de los moteles en Llojeta, zona tradicional de esos amorosos recintos. Similar cierre dejó varios días sin funcionar al más histórico de todos, en las faldas de El Montículo, parque de los enamorados.
No deja de sorprender la drástica medida y más aún asombra el razonamiento de las autoridades que ordenaron terminar los suspiros. Los dueños o administradores prefirieron el silencio ante las preguntas indiscretas y por ello sólo queda especular.
Es posible que los usuarios de los coloridos cuartos se nieguen a aceptar facturas. Es una figura curiosa; no es que el comerciante del amor pregunte ¿con factura o sin factura?, como un criollo formulismo para hacer creer que sin factura la mercancía es más barata o para alentar un comportamiento ilegal, como sucede tan a menudo. En este rubro, el cliente no desea rebajar ningún pago de impuestos con semejante crédito fiscal. Ni un pariente, ni la secretaria, ni siquiera el tramitador se tiene que enterar de las horas de goce en el “stop” de la curva de esa avenida.
¿Quién quiere dar su NIT? ¿Él, ella, ellos? ¿Cómo se definiría la mercadería? ¿Alojamiento por horas, consumo, intercambio, servicio al cuarto, canal Venus? ¿No sería todo aquello un vil rastreo, una “inconstitucional” intromisión a la vida privada?
El ingreso a los moteles, más que las salidas, es siempre un asunto para curiosos. Los vehículos aceleran e intentan maniobras rápidas para burlar la visión de algún otro carro que esté detrás o al frente. Normalmente parece que sólo hay una persona, un hombre, y apenas se distingue un bulto encogido en el asiento delantero.
El servicio de radiotaxis fue una bendición para muchos y hay por lo menos tres líneas de la zona especializadas en la discreción. ¿Ellos más tendrán que emitir factura “desde tal oficina a tal motel”? La moda es comprar el periódico del día; los dos pasajeros extienden la larga sábana de papel, como una antesala a las otras cobijas, y cubren con ella sus rostros; al entrar, al salir. ¡Cómo pedirles registro de esa escapadita!
El caso más preocupante es el del histórico motel del Montículo. Fue un establecimiento pionero para aliviar urgencias, a veces nacidas en la oscuridad de ese parque romántico. Los comunistas pensamiento Mao Tse Tung lo catalogaron como símbolo de la burguesía decadente y lo asaltaron bajo el emblema de UCAPO (Unión de Campesinos Pobres) al inicio de los setenta. Nunca estuvo claro su objetivo.
Por otra parte, los vecinos de la zona siempre están pendientes del uso constante de esas cabinas pues si el motel entra en quiebra seguramente se venderá su terreno espacio y un nuevo y feo edificio tapará la vista al Illimani. ¿A quién se le ocurriría cobrar impuestos a estos locales? ¿Cuándo llegarán a los mercados de coca?