Somos ciegos y sordos

Somos ciegos y sordos

Gastón Solares Ávila.- .No se necesita un estudio muy profundo para darse cuenta de que Sucre en particular y Chuquisaca, en general, carecen de ventajas comparativas en relación a otras regiones del país, para el desarrollo de la industria. Sin embargo, tenemos otro tipo de atributos que no sabemos aprovechar.
Nuestra singular arquitectura y nuestra historia se han complementado para que la UNESCO nos reconozca como Patrimonio Histórico y Cultural de la Humanidad. Obviamente, el título se debe a la ciudad que construyeron nuestros antepasados, porque esta generación se ha dedicado a dejar obras inconclusas por todas partes y la carencia de autoridad ha permitido que sus calles se conviertan en un mercado persa.
La crítica no va solamente para los funcionarios actuales, pues aunque siguen la trágica ruta de dejar hacer y dejar pasar, los responsables del deterioro citadino son las autoridades municipales elegidas hace años, con muy pocas excepciones. No es fácil revertir la situación, pero alguien tiene que empezar desplegando coraje y energía.
La proliferación de la basura, la mala educación de la gente, el estado de las aceras y las calzadas, el color de las fachadas en el mismo centro, el ladrillo visto sin terminar en la periferia, la aparición de techos de calamina y de tanques de agua sin resguardo, hacen que la tradición de ciudad blanca, culta y limpia se convierta en una mentira y en una añoranza.
Si dejamos que las cosas sigan como están y que se vayan deteriorando aún más, definitivamente estamos dirigiendo nuestro destino hacia el colapso de un centro urbano que por sus condiciones podría ser extraordinario.
Hay ejemplos que dan vergüenza, como el del ingreso a la ciudad, insólitamente, por la Fábrica de Cemento, ruta que los turistas recorren cada día para visitar el Parque Cretácico. Lo que fue avenida un día, es ahora una quebrada flanqueada por casetas construidas en la tierra de nadie y de edificios, todos a medio construir, porque sencillamente no se exige la demostración del financiamiento, antes de autorizar la construcción y tampoco se hace el seguimiento que debería ser estricto.
A nuestros males, se suma ahora la estupidez. Nuestras principales autoridades se pelean por hacer las mismas cosas dentro de una rivalidad que ningún ser racional puede explicar. Ambas quieren construir la Terminal de Buses en la misma zona y ambas quieren comprar el palacete del Guereo para destinarlo a un fin similar.
En lugar de sumar y coordinar esfuerzos para beneficio de todos, cada una quiere destruir políticamente a la otra, como si el daño de la contienda lo sufriera el Alcalde o el Gobernador. Mientras el camino al Parque Cretácico está destrozado, responsabilidad de la Alcaldía, y el asfalto hasta el Puente Sacramento está desapareciendo, responsabilidad de la Gobernación, se quedan muchas ideas y proyectos en la carpeta del conflicto permanente, unas veces en la de la Gobernación y muchas otras en la del Alcalde y los Concejales.
La prensa, hace más de un año, mencionó un proyecto turístico de gran impacto que incorporaba a los palacios de La Glorieta y la Florida y al recientemente terminado Centro de Convenciones, al que podría haberse sumado la casona de Nucchu en la que convaleció el Mariscal de Ayacucho, don Antonio José de Sucre. Todo quedó en nada porque no aprendemos de la experiencia, que es el nombre que se da a nuestros errores. Somos definitivamente ciegos y sordos porque no vemos que el futuro de esta ciudad está en el turismo, siempre y cuando sepamos conservar y restaurar lo que tenemos, y no oímos las voces de quienes no tienen más interés que el progreso de la bella ciudad en la que hemos nacido o la hemos escogido para vivir.