DESDE EL FARO
La disputa por escaños y la fragmentación nacional
La disputa por escaños y la fragmentación nacional
Erika Brockmann Quiroga.- Potosí arremete con un “paro movilizado” pidiendo conservar sus escaños parlamentarios y desempolvando su ya añejo pliego de demandas (Karachipampa, fábrica de cemento, etc), Beni y Chuquisaca no se quedan atrás y, como cereza en la torta, Cochabamba se moviliza exigiendo más escaños mientras los indígenas anuncian no conformarse con las siete circunscripciones especiales que el régimen electoral les asigna. Esta turbulencia se veía venir. Aunque sobrecalentada por un censo cuestionado y una propuesta redistributiva de escaños –que pudo ser más integral y con opciones alternativas–, el Tribunal hizo lo que manda la Constitución. Estos factores sumados a la desconfianza generalizada en la política y sus instituciones aportan a la confusión y a la falta de efectividad de los discursos reactivos de las distintas regiones afectadas y de una variopinta oposición.
¿Cómo interpretar este zafarrancho más allá de las frases hechas y los rituales de protesta de rigor? Primera constatación: El pacto constitucional se pone en duda. Fieles a nuestra tradición no aceptamos ni acatamos las reglas del juego que nosotros mismos aprobamos mediante el referéndum constitucional. La realidad obliga a una reasignación y lamentablemente los escaños no vienen de Marte. Segunda: ¿No resulta irónico que a la hora de perder un diputado, se sulfure la gente, hasta las últimas consecuencias, defendiendo el número de sus legisladores ubicados en la escala más baja de valoración institucional en la opinión pública? ¿No fue precisamente este desprecio a la “representación parlamentaria” la que ganó terreno para poner el candado constitucional de 130 diputados?
Por otra parte, no se sabe cómo se manejará el recorte de diputados uninominales y la redefinición de circunscripciones para igualarlas en número a los escaños plurinominales. Ello implicara la necesaria reasignación de mayor representación a ciudades hoy más pobladas y subrrepresentadas. Lo curioso es que el tema de la sobrerrepresentación rural en el Parlamento, profundizada por el resultado electoral y naturaleza rural campesina del MAS, no parece inquietar a los electores urbanos indiferentes a la política.
Tercera constatación: Hay un desconocimiento descomunal del rol de los Diputados y del Órgano legislativo en general. El desarrollo regional no depende de tener uno o más escaños parlamentarios. Por otra parte, se pide sacrificar el principio de proporcionalidad, justo e imprescindible, en aras de la igualdad de la representación, cuando ya existe un número base de equidad compensatoria a seis de los departamentos menos poblados. Tampoco se considera la existencia del Senado que es precisamente donde todos los departamentos valen lo mismo siendo, además, la cámara de origen de todas las leyes de interés regional.
Lamentablemente, en medio de este entuerto, hay voces que piden mantener la actual distribución de escaños, injusta y distorsionada, que favorecería al partido de gobierno, dominante en el sistema. Lo peor es que todas las salidas posibles e inmediatas, entre ellas esperar un nuevo censo o los resultados de su evaluación, son igualmente desfavorables por lo que urge plantear una reforma constitucional que ajuste problemas de fondo.
Cuarta y última constatación: Los reclamos regionales reflejan el resurgimiento de pulsiones fragmentadoras y regionalismos maximalistas que actúan en desmedro de la esencia de la representación nacional de la Cámara de Diputados. De hecho, el modelo de elección de ésta fomenta lógicas de desempeño provinciales, localistas y ruralistas que no ayudan a la cohesión y articulación de visiones estratégicas de alcance nacional. El tema da para más, volveré sobre el mismo.
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