EDITORIAL
Cumbre de Salud
Cumbre de Salud
Corresponde urgir por el reencauzamiento de la Cumbre de Salud, lo que exige subordinar, por lo menos por esta vez, los intereses político-partidarios o corporativos, en beneficio de la ciudadanía, particularmente de los más necesitados
La realización de una Cumbre de Salud, ofertada por el Gobierno hace poco más de un año y en la que participarían representantes de los sectores involucrados en el tema y de la sociedad, está en riesgo de convertirse en un encuentro de organizaciones afines al partido de gobierno que quieren implantar una improvisada política de salud que, al parecer, busca más satisfacer acuerdos bilaterales que enfrentar los problemas que exhibe el país en este campo.
Uno de los logros más importantes del proceso democrático iniciado en octubre de 1982 se ha dado en el campo de la salud, que fue posible por la concurrencia de dos factores: una propuesta programática concertada y que fue aplicada con rigor profesional y poca injerencia sectaria. Empero, en 2006, bajo la falsa idea de que todo lo pasado estaba mal, se rompió su exitosa continuidad, desorganizando el sistema sin que hasta ahora exista un eje ordenador que reponga eficiencia en la gestión del sector. Así, se han impuesto los intereses sectarios y corporativos, lo que impide ejecutar actividades adecuadas a la realidad. De ahí que, luego de una larga huelga protagonizada por los médicos y funcionarios de salud, se concluyó en la necesidad de realizar la mencionada Cumbre para concertar una política de largo alcance.
Sin embargo, la actitud obstaculizadora de los funcionarios políticos del Ministerio de Salud está logrando frustrar la Cumbre de Salud, sin desconocer los intereses corporativos existentes.
Hace un mes, el Ministerio de Salud confirmó la disolución del Consejo Nacional de Salud, conformado para organizar la Cumbre Nacional de Salud, y ratificó la realización de este evento justamente para fines de este mes. No obstante, los colegios médicos del país no han renunciado a su solicitud de nuevas cumbres departamentales porque, salvo en Santa Cruz y Beni, no hubo participación de sectores involucrados en el área de salud. Así lo han asegurado al pedir, además, el abordaje de temas que ayuden a operativizar las decisiones que vayan a emanar de cualquier cumbre, sea ésta departamental o nacional.
Ante este panorama, corresponde urgir por su reencauzamiento, lo que exige subordinar, por lo menos por esta vez, los intereses político-partidarios o corporativos, en beneficio de la ciudadanía, particularmente de los más necesitados. Es evidente que la atención pública está enfocada en este momento en conflictos políticos, pero bien harían nuestros líderes en volcar su mirada y sus esfuerzos al desarrollo y a la planificación de áreas de vital importancia para cualquier sociedad.
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