La “nueva” oligarquía
La “nueva” oligarquía
Rolando Tellería A..- El término oligarquía fue adoptado para las ciencias sociales por el notable sociólogo alemán Roberts Michels a inicios del siglo XX. Utilizó el vocablo para referirse a los grupos minoritarios y organizados en el ejercicio del poder. Algunos años antes, Gaetano Mosca denominó a este grupo élites políticas. Posteriormente, Wilfredo Pareto teorizó sobre la circulación de estos grupos minoritarios en el poder. Es decir, el proceso en el cual, en función de la correlación de fuerzas, surgen nuevas oligarquías –élites en el poder– desplazando a las viejas.
Con el tiempo, el uso del término oligarquía degeneró en su contenido y sentido. Con frecuencia, y en varios círculos, incluso del grupo de poder actual, el término es utilizado con connotaciones peyorativas. Recurrentemente, la palabra oligarquía es usada como adjetivo, desvirtuando su contenido esencialmente descriptivo.
Ahora bien, volviendo a la idea de la circulación de élites, en nuestro país, este proceso de remplazo de oligarquías se ha producido recientemente con la asunción del MAS al gobierno el 22 de enero del 2006. La “nueva” oligarquía encabezada por Evo Morales desplaza a la “vieja” neoliberal agonizante, en el poder desde 1985.
Como una suerte de maldición, Bolivia nunca tuvo la fortuna de contar con élites visionarias portadoras de verdaderos y serios proyectos de estado. La desplazada, en este proceso, tuvo las mismas características de sus predecesoras. Extractivista, rentista y aliada al capital transnacional, estaba conformada por políticos de la llamada “partidocracia”, empresarios transnacionales, empresarios mineros y de la banca privada, así como agroindustriales del oriente boliviano, a los que se sumaban algunos intelectuales serviles de clase media, cuya producción ensalzaba el ajuste estructural y las virtudes del neoliberalismo. Incluso, hasta ladrones fiscales militaron en esa vieja oligarquía “rancia” y en descomposición.
Esa oligarquía fue desplazada por la emergente que, a diferencia de las anteriores, tiene, a su estilo, un proyecto de estado, una visión de país, más allá de que no englobe a todos los bolivianos. En ese camino, han “refundado” Bolivia, con otros héroes, nuevos símbolos y feriados nacionales. También rentista y extractivista, más amplia en su base social, está conformada por líderes indígenas de occidente, cooperativistas mineros, cocaleros –su guardia pretoriana–, potentados comerciantes aymaras del sector informal y transportistas. A estos grupos se suman, claro, intelectuales de “izquierda” que rápidamente se reacomodaron a la nueva correlación de fuerzas. Ahora, en rigor, sería una gravísima equivocación no incluir como parte de esa oligarquía a la banca privada nacional y al sector agroindustrial del oriente que, independientemente de sus diferencias ideológicas, en este último tramo, se aliaron al nuevo bloque pues, económicamente hablando, son los más beneficiados del actual proceso de cambio.
En términos de poder, esta “nueva” oligarquía tiene, a diferencia de las anteriores que carecían de visión de país y proyectos políticos, más ambición de poder, pues como menciona con frecuencia su líder político y espiritual “No están de paseo, tampoco de inquilinos”.
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