La ex alcaldesa

La ex alcaldesa

Gastón Solares Ávila.- Cuando una persona no ha tenido ni tiene compromiso político con ninguna persona y menos aún con partido político alguno, sino sólo con los intereses de la ciudad, puede opinar con objetividad y, por tanto, con toda libertad. Ese es precisamente mi caso y por ello dedico esta nota a la ex alcaldesa Aydeé Nava, que tuvo una gestión con luces y sombras, pero definitivamente, a mi juicio, fue la más eficiente de los últimos tiempos.
Me ocupo de ella por deber de conciencia y porque se encuentra muy delicada de salud, como consecuencia de la tensión emocional por los juicios políticos que le siguen por causas que todos conocemos, una de las cuales es la infame agresión a los campesinos ese fatídico 24 de mayo, en un cobarde acto preparado y organizado para hacer quedar mal a las autoridades de entonces y a todos los chuquisaqueños, como si los citadinos tuviéramos algo en contra de nuestros hermanos del campo. Esa división ha dejado una herida que está, lamentablemente, todavía muy lejos de cicatrizar.
La actitud en contra de la ex autoridad municipal, en juicios de nunca acabar que se llevan lejos del domicilio de la procesada, es similar a los más de 70 que se le seguían al patricio boliviano don José María Bakovic, ilustre ciudadano que encontró la muerte sin que pudiera demostrar, como quería, su absoluta inocencia, frente a una justicia cuestionada, por decir lo menos, o inclusive peor que la de antes, como afirmó hace poco un miembro destacado del más alto Tribunal. Una justicia imparcial debe ocuparse de mandar a delincuentes a la cárcel, una vez probada la demanda, y no al hospital como en el caso de Aydeé Nava, o al cementerio en el del recordado amigo José María Bakovik, de cuya muerte nadie se siente culpable, pero varios se saben responsables porque se han convertido en Pilatos, ya que aclaraciones no pedidas, son acusaciones manifiestas.
Aydeé Nava se ganó el título de jardinerita que parece que no le gustó mucho, pues en una oportunidad me dijo que no se ocupó solamente de los jardines de la ciudad, sino de trabajar para solucionar muchos otros problemas especialmente de áreas marginales. Sin embargo, el tema tiene especial importancia porque convirtió lo que eran basureros de plazas y avenidas en bellos jardines, que felizmente se conservan y mantienen, aunque el número no ha aumentado significativamente.
Seguramente mucha gente no ha pensado en que lo destacable de esa acción comunal radica en el hecho de que no es nada fácil conservar las plantas y las flores en una ciudad donde no existe educación. El ejemplo de la basura es típico, ya que para tener una ciudad limpia no solamente hay que barrer, sino enseñar y conminar a la ciudadanía a no ensuciarla por medio de campañas específicas. Así se hizo en el tema de los jardines y, como el buen ejemplo también cunde, finalmente la gente aprendió la lección.
Ojalá que Aydeé se reponga pronto y que los bolivianos decidamos reencontrarnos porque no se puede construir una nación sobre el odio y la venganza. Si no se comparten ideas, lo que es absolutamente natural, existen caminos pacíficos basados en el diálogo para poner en práctica soluciones a los múltiples problemas del país y de nuestra ciudad.
En los dos casos citados en esta nota, tenemos amargas experiencias de las que debemos aprender que el camino utilizado no es el adecuado, porque el destino final es la enfermedad y la muerte. Todos necesitamos a la gente viva y sana para que trabaje por el país y por nuestra ciudad, en un ambiente de armonía y de paz.