OBSERVATORIO
Más ventajas para ganar
Más ventajas para ganar
Demetrio Reynolds.- Ha causado gran revuelo en estos días la exhortación presidencial de que todas las autoridades elegidas y la alta burocracia del Estado dediquen “el 50 por ciento de su tiempo a la gestión y el otro 50 por ciento a la campaña”. En un tono de severa advertencia, añadió: “Y ahí vamos a ver si estas personas están comprometidas con el proceso de cambio”. En 188 años jamás a nadie se le había ocurrido semejante idea: tan original, tan revolucionaria, tan plurinacional, tan… Pero vamos con calma.
Dijo también que “ministras y ministros ya hemos empezado la semana pasada”. Es decir, la cosa va en serio y sobre la marcha. Las formalidades rutinarias no concuerdan con los tiempos revolucionarios. La palabra del jefazo ya es de por sí una ley, eso lo saben todos: oficialistas y opositores. Y lo que él dice, dicho está; así en redondo, sin vuelta. Por tanto, se cumplirá a rajatabla. Nadie ha desmentido; sólo han tratado de “interpretar”. (Las y los “llunkus” no la pierden una para recomendarse).
Cuando se pensaba que ya todas las ventajas estaban dadas para arrollar en las urnas a los menguados opositores el 2014, de pronto surge otra de inequívoca factura original. Será un gran testimonio de adhesión y un esfuerzo nunca visto en la historia política del mundo. Nada raro que la Academia Sueca incorpore a su agenda esa suprema muestra de abnegación inédita, como otro rubro para discernir el consabido lauro universal.
Si no es una “pelota de trapo” para distraer como otras veces, el jefazo se ha propuesto alcanzar una cota muy alta de votación. Apostar al 74 por ciento es como si todos, menos una cuarta parte, fueran de su causa. Pero sin esa o parecida cifra no le serviría ganar; se pondría en riesgo el maravilloso instrumento de la dictadura del “número” en la Asamblea Plurinacional. Quién sabe si por ahí recobra también la democracia el contrapeso de poder que requiere para funcionar.
Sólo falta una cosa, si bien pudiera suponerse obvio, por su importancia es mejor explicitarlo. En el ajuste necesario, a media jornada corresponde el 50 por ciento del salario. Ni puede ser de otra suerte. Si no se descontara, el Gobierno estaría pagando a los empleados la otra mitad por participar en la campaña, lo cual sería ilegal y deshonesto. Dada la cantidad de adeptos forzosos, el descuento será un monto considerable. Hace falta para aliviar la miseria en los hospitales, los caminos y las escuelas; el aporte de la burocracia oficialista no puede ser más oportuno. Y así, ¿quién se animaría a no ganar las elecciones?
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